Hay Cada Vez Más Países que tienen su día de acción de gracias, un día de reverencia, oración y humildad. Un día para recordar todo lo bueno que Dios nos ha dado, donde se manifiesta la gratitud que sentimos por todas las bendiciones que hemos recibido a lo largo de nuestra vida.
Sin embargo, el Día de Acción de Gracias puede ser mucho más que eso. Puede ser un despertar espiritual por el cual reconocemos que a pesar de que hay lugares donde el odio, la ira y la pobreza prevalecen, en realidad todos los hijos de Dios, sin excepción, son libres, cuidados y bendecidos por Él. Esto es cierto porque sin importar quién eres o de dónde vienes, eres el hijo o la hija de Dios. Esto es cierto para todos, y tiene su fundamento en la Biblia. En Romanos leemos, “gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno... porque no hay acepción de personas para con Dios”. Romanos 2:10, 11.
Esta verdad de que “no hay acepción de personas para con Dios”, tiene mucho que ver con el dar las gracias. Nos enseña que a pesar de lo que vemos y oímos con los sentidos mortales, Dios nos ama a todos. Él provee para todos imparcialmente. Por eso cuando nos deleitamos en las verdades espirituales de la relación del hombre con Dios, aprendemos que en realidad Dios ya nos ha provisto de todo lo que necesitamos. Por consiguiente, ya sea que deseemos paz para nuestro país, la destrucción del mal o una visión más espiritual de nuestro hogar y nuestra comunidad, lo podemos encontrar si escuchamos y con humildad nos mantenemos vigilantes para percibir los pensamientos que Dios nos está enviando.
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