En Diferentes Etapas de nuestra vida quizás lleguemos a preguntarnos: “¿Para qué estoy en este mundo?", y muchas veces vemos que la respuesta se va desarrollando en nuestra vida misma.
Algunas de las respuestas que se oyen dicen que el propósito se realiza cuando “tenemos un hijo, plantamos un árbol y escribimos un libro”. O que para sentirse feliz y con una vida llena de propósito, uno debería ser directivo de una empresa, o ganarse el Loto y comprarse todo lo que a uno se le ocurra. (El Loto es el nombre de un juego de azar en muchos países.)
Pero cuidado. Si este concepto de realización o felicidad es materialista, está incorporando las limitaciones que la misma materialidad se impone. Un ejemplo de esto es pensar: “Sólo unos pocos tienen suerte y triunfan”. Esto contamina nuestros móviles y muchas veces conduce a la frustración y a hacernos creer que vivir no tiene sentido.
La depresión es un mal de esta época que tiene que ver con todo esto. La depresión, a menudo surge de caer en la tentación de vernos a nosotros mismos y a otros como meros mortales, limitados por un cuerpo y por la edad, como víctimas a la espera de lo que dicte un destino incierto. Estas sugestiones mentales tienden a hacernos pensar de manera autodestructiva, y pareciera que nos envuelven como la boa a su presa.
Pero la ley de Dios, según es presentada por la Christian Science, puede salvarnos, ya que nos da una percepción más profunda de la razón de nuestra existencia, razón que está enteramente fundamentada en las enseñanzas de la Biblia.
El hecho es que existimos ahora mismo para ser el reflejo espiritual de Dios. Existimos porque Dios existe y porque somos Su manifestación. Estamos subordinados únicamente a Él, nuestro Padre-Madre. Existimos para ser lo que Él quiere que seamos: ideas espirituales que constantemente se desarrollan en el bien. Entender esto nos lleva a poner en un segundo nivel de importancia nuestros planes personales, y nos libra de sentirnos frustrados cuando estos planes no se cumplen.
Cada uno de nosotros lleva consigo el propósito de ser la manifestación de Dios en una forma individual, única. Y Dios es quien gobierna, ordena y rige nuestra vida.
Hace un tiempo, me sentía bastante disconforme con mi empleo y con la forma en que era reconocida por mis superiores, principalmente en el aspecto económico. Me gustaba mi trabajo, pero veía que mi familia pasaba por dificultades económicas, y no entendía porqué no se me daba una compensación, ya que mi jefe reconocía que la merecía. Sentía que en ese puesto laboral se estaba limitando mi progreso, que estaba desperdiciando mi vida en un empleo de tiempo completo sin oportunidades interesantes, y que estaba siendo explotada.
Comencé a buscar empleo. Fui a varias entrevistas y también comencé a preguntarme si debía seguir trabajando en esta especialidad o no. Pronto me di cuenta de que estaba encarando mal el problema. Todos los esfuerzos estaban basados en la voluntad personal, y esto no me dejaba conforme. A medida que pasaba el tiempo me sentía más deprimida pues no hallaba una solución.
“ocúpate en tu propia salvación”
En ese momento falleció mi madre. Fue un golpe muy grande para mí. Me hundí en la depresión y la tristeza, comencé a bajar de peso y a tener dolores corporales. Pedí ayuda a un practicista de la Christian Science, quien oró amorosamente junto conmigo durante varias semanas. Como resultado de esta labor de curación espiritual me vino el pensamiento de “ocúpate en tu propia salvación” repetidas veces. ¿Qué quería decirme Dios con “ocúpate en tu propia salvación”? Esto me llevó a buscar en el Glosario de Ciencia y Salud la definición del término salvación. Allí dice: “La Vida, la Verdad y el Amor comprendidos y demostrados como supremos sobre todo; el pecado, la enfermedad y la muerte destruidos”.Ciencia y Salud, pág. 593.
Esto significó para mí que debía consagrarme más al estudio, y a vivir, las verdades espirituales que enseña la Christian Science; a ocuparme de mis propios asuntos sin criticar ni condenar a otros; a ocuparme más de la curación espiritual; y a construir sobre la roca de la Verdad y no más sobre la arena de los sentidos materiales. De este modo pude superar la depresión y recuperar mi salud, y esta experiencia me hizo pensar seriamente en cuál es el propósito de mi vida.
Entonces decidí encarar el problema en mi empleo desde una perspectiva más espiritual. Percibí que Dios es nuestro verdadero Jefe, Él es quien dirige nuestro progreso, nos da oportunidades y nos hace actuar en su plan. Cuando entendí esta verdad, abandoné la conclusión equivocada de que mi progreso estaba siendo demorado u obstruido por las acciones de mis superiores, o que mi progreso podía ser frenado por personalidades o poderes materiales. Había estado aceptando la creencia de que un poder aparte de Dios me limitaba. Me esforcé por perdonar, ser paciente y confiar en que Dios me guiaría. También, por reformar algunas actitudes o pensamientos incorrectos sobre mi ámbito laboral.
Meses después, en mi horario de almuerzo tomé la Biblia que guardo en mi armario, y se abrió en la historia de José, al que su padre Jacob le había regalado una túnica de colores. La leí y encontré que era un ejemplo perfecto de la espiritualidad aplicada a las relaciones laborales. Vi que José era totalmente fiel a Dios; le obedecía y practicaba los mandamientos, y estas cualidades espirituales aplicadas a su trabajo lo hacían progresar. Véanse Génesis 37 y capítulos subsecuentes. José ponía a Dios primero, pero era fiel a sus amos obedeciendo el mandamiento “Amarás a tu prójimo como a timismo”. No se insubordinaba, no se rebelaba, no criticaba, no tenía resentimiento, no se quejaba. Era paciente y persistente en su trabajo. Sus amos percibían sus cualidades espirituales y esto hacía que prosperara. El ser siervo del capitán de la guardia y del jefe de la cárcel lo preparó para poder enfrentar el desafío de ser gobernador de todo Egipto, y salvar a toda la población y a su propia familia de la inanición.
Al día siguiente, me llamó por teléfono el gerente de planeamiento financiero de la empresa matriz donde trabajo, pidiéndome que me entrevistara con él. Me comentó que se produciría una vacante en su sector, y que podía ser una oportunidad interesante para mí.
¡No podía creer lo que escuchaba! Cuando salí de la entrevista me sentí inmensamente agradecida a Dios por su dirección, y convencida de que Él es quien establece mi lugar para ser su reflejo. Acepté el nuevo puesto, que implicó cambiar totalmente de tareas, ya que pasé de trabajar en informática a finanzas.
Esto fue una clara evidencia de que Dios nos daba a mí y a mi familia la provisión que necesitábamos.
Durante este período de estudio, autoexamen y oración, fue fundamental para mí responderme estas preguntas:
—¿Cuál es mi propósito en la vida?
— ¿Cómo quiere Dios que cumpla con mi propósito?
La Sra. Eddy nos alienta de esta manera: “Vuestro progreso será rápido, si amáis el bien supremamente, y comprendéis y obedecéis al Mostrador del camino, quien, yendo delante de vosotros, ha escalado la empinada cuesta de la Ciencia Cristiana, está sentado sobre el monte de santidad, la morada de nuestro Dios, y se sumerge en la fuente bautismal del Amor eterno”.
“Mientras viajáis, y a veces anheláis descansar 'junto a aguas de reposo', meditad en esta lección de amor. Percibid su propósito; y con esperanza y fe, donde los corazones se dan encuentro y se bendicen recíprocamente, bebed conmigo de las aguas vivas del espíritu del propósito de mi vida —inculcar en la humanidad el genuino reconocimiento de la Ciencia Cristiana práctica y eficaz”.Escritos Misceláneos, pág. 207.
Si nuestra aceptación de este propósito es meramente intelectual, no nos sirve de nada. La comprensión espiritual y práctica diaria de las leyes del Amor divino hace que abracemos este propósito de corazón, trayéndonos un sentido profundo de realización y felicidad.
    