Aunque hacía tiempo que la Constitución había garantizado a los ciudadanos de la antigua Unión Soviética su libertad religiosa, la verdad era que todo aquel que optaba por ignorar la regla no escrita de que sólo el ateo era buen comunista, era arrestado o limitado en su carrera.
No obstante, con la muerte de Leonid Brezhnev, una nueva atmósfera de pensamiento iluminado comenzó a permear la sociedad rusa, y para fines de los 80s, la política de la Perestroika o “reestructuración” de Mikhail Gorbachov, ya se estaba abriendo camino en la política, la sociedad y la religión.
En esa época la Christian Science comenzó a resurgir en San Petersburgo en el campo religioso. Por mucho tiempo considerada la “ventana a Occidente”, San Petersburgo se transformó, una vez más, en el campo de prueba para los individualistas que tenían el suficiente valor como para dar impulso a las libertades religiosas y sociales. Después de décadas de considerar a la religión como el “opio de los pueblos”, la gente volvió a las iglesias ortodoxas rusas e incluso a reuniones evangélicas organizadas por extranjeros.
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