“Tiempo atrás me vino a visitar una amiga a quien no veía desde hace tiempo. Venía de paso con una de sus hermanas, de camino hacia el otro extremo de la ciudad para recoger unos pollitos para criar. Después de los saludos y reproches por haber pasado tanto tiempo sin vernos, comenzó a contarme sus problemas. Estaba con Certificado Médico (enferma y sin trabajo) y sus relaciones amorosas tampoco andaban bien; ella sabía que el muchacho con quien salía no le convenía por su forma de ser. Tenía un montón de problemas.
La hermana que estaba con ella (joven y jubilada por Comisión Médica), también tenía sus problemas. Las dos son profesionales, y las vi muy atormentadas. Entonces, como lo que me hace bien a mí lo hago llegar a los demás, les hablé sobre el libro Ciencia y Salud. Les leí el comienzo tan lindo que dice: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones” (pág. vii). Cuando les dije que este libro le da un significado espiritual a la Biblia, lo tomaron en las manos, lo vieron...
Como estaban tan apuradas les presté para que se llevaran dos revistas del Heraldo, y los folletos La idea que los hombres tienen acerca de Dios y La Curación Cristiana. Todo eso fue en menos de 45 minutos (los pollitos esperaban por ellas). Pero quedaron en volver el miércoles siguiente. Cuando bajaban la escalera (pues vivo en alto), pude oír bien claro cómo la hermana le decía: “Qué paz tengo, qué bueno ha sido entrar aquí”.
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