Los grandes amarraderos de una sola punta instalados en el océano, proveen un sitio seguro para los barcos que son demasiado grandes para entrar al puerto. Una enorme ancla o base en el fondo del mar mantiene en su lugar a la boya que sirve de amarre, por medio de una cadena muy resistente. Un pesado y largo cable une al barco con la boya. Con el viento y las mareas, los barcos giran alrededor de estas boyas mientras son cargados o descargados, lo que sólo se suspende, si las condiciones climáticas son adversas.
Mientras resolvía un problema de construcción en uno de estos sistemas de amarradero, empecé a darme cuenta de la semejanza que tienen con mi conocimiento de la Ciencia del Cristo. Empecé a relacionar varios de los componentes principales de estos sistemas, con ideas que han sido de gran importancia en mi crecimiento espiritual, y que me han ayudado a sanar o superar problemas.
La Biblia dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Salmo 46:1. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, hay pasajes que nos aseguran que Dios puede solucionar todos nuestros problemas. En ambos se hace referencia a muchos hombres y mujeres que fueron sanados, o a quienes les fueron resueltos sus problemas, al comprender que Dios siempre está presente y tiene todo el poder.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!