Uno de los recuerdos más vivos de lo que aprendí en la Escuela Dominical de la Christian Science es la definición de Dios, como aparece en Ciencia y Salud. Dice así: “Dios. El gran Yo soy; el que todo lo sabe, que todo lo ve, que es todo acción, todo sabiduría, todo amor, y que es eterno; Principio; Mente; Alma; Espíritu; Vida; Verdad; Amor; toda sustancia; inteligencia” (pág. 587). Aprendí más sobre la bondad de Dios durante una experiencia que tuve siendo muy joven, cuando empecé a recibir molestas llamadas telefónicas de un hombre que sabía mi nombre. A pesar de que mis padres cambiaron el número de teléfono por uno no listado, las llamadas continuaron. Oré con mis padres para reconocer que puesto que la creación de Dios es totalmente buena, nadie, incluso ese hombre, podía desear hacerme daño o asustarme, ni tampoco a ninguna otra creación de Dios.
“ ...sabía que Su protección no me iba a fallar”.
Como esto ocurrió entre 1972 y 1973, años antes de que el acoso se considerara un delito, en varias oportunidades la policía nos dijo que no podían hacer nada porque no se había cometido ningún crimen. Además, en esa época la compañía telefónica sólo podía rastrear las llamadas si una tercera persona nos llamaba por otra línea al mismo tiempo. Como las llamadas siempre ocurrían cuando me encontraba sola, no era posible rastrearlas.
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