En una entrevista telefónica llevada a cabo por el Heraldo en portugués, edición radial, Betina Dengler, de Río de Janeiro, Brasil, relata cómo solucionó una situación de búsqueda de empleo.
Durante bastante tiempo estuve buscando empleo. Mi especialización es la escenografía, es decir, crear escenarios para teatro y televisión. Pero no podía encontrar un empleo estable donde se necesitara gente en mi área de competencia.
Trabajé por mucho tiempo dando clases de inglés, y tenía que viajar en omnibuses a lugares distantes, en horarios dispares, pero lo hacía agradecida de poder tener ese trabajo.
Al mismo tiempo ocupaba mi pensamiento con ideas espirituales relacionadas con empleo y con mi actividad profesional. Comencé a pensar que Dios está en todas partes y lo gobierna todo armoniosamente. Al igual que en la naturaleza cada planta, cada animal, tiene su función, su lugar adecuado, un lugar que a su vez necesita de ese animal o planta, del mismo modo, pensé que yo también pertenezco a un lugar donde mis capacidades son útiles y necesarias. En la armonía de la totalidad de Dios no era posible que todos los esfuerzos que hice hubieran sido en vano. También pensé que Dios me iba a mostrar un lugar donde pudiera aplicar lo que había aprendido.
Pasó un año y yo continuaba enseñando inglés. Oraba recordando las palabras de Cristo Jesús: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Tuve que luchar un poco con esto, y ser humilde para aceptar la actividad que se me ofrecía, dar clases de inglés.
Finalmente, al regresar de un corto viaje, me llamó un compañero de un empleo temporario que tenía antes. Una compañía de danzas, bastante conocida en Río de Janeiro, me quería entrevistar para el cargo de secretaria de producción. Necesitaban a alguien que supiese idiomas, que entendiera de teatro y de computación. Al día siguiente comencé a trabajar, intercalando los horarios de mis clases de inglés. Al cabo de dos semanas estaba empleada integralmente. También encontré una pronta solución para mis alumnos –algunos consiguieron otros profesores y otros siguieron tomando clase conmigo los fines de semana.
Más adelante, la compañía viajó al exterior, y yo fui con ellos como intérprete y para ayudar con varios detalles. Estoy utilizando todo lo que estudié.
En la oficina, mi jefe tenía un temperamento difícil. Comencé a orar cuando estaba camino del trabajo, en el ómnibus. Siempre hallo tiempo después del almuerzo para leer u orar, para establecer claramente en mi pensamiento que Dios está aquí presente y gobierna las acciones de todos, y que no hay discordancia en el reino de Dios. Ahora puedo ver más calma y control. Sé que esa armonía no depende de mí sino que ya está en vigor.
Estoy muy agradecida por esa prueba de que la oración, la paciencia y la humildad dan resultado.
La dirección espiritual de nuestros pensamietos, sentimientos y movimientos siempre viene de nuestro Creador, el Principio divino
