¿Alguna Vez Le pareció que lo que tenía no era suficiente para compartirlo con los demás? Quizás piense que primero tiene que ocuparse de usted y asegurarse que tiene lo suficiente y luego compartir. Es un punto de vista que podría considerarse justificado, pero podría indicar que se ignora la abundancia de verdades espirituales que a uno le pertenecen y con las que puede contar en este preciso instante.
Las posesiones materiales vienen y van, pero jamás podemos ser separados de nuestro Padre-Madre Dios. que es Espíritu y Mente, ni tampoco podemos ser separados de Su bien, abundante y eterno, porque como hijos de Dios, somos el reflejo de todo ese bien. El hombre es la expresión directa de Dios, Su semejanza espiritual.
La abundancia espiritual, nuestro único recurso verdadero, se percibe a través de la alegría y el amor sin límites que sentimos por nosotros y por los demás. Se hace evidente por medio de la intuición espiritual, la capacidad de saber todo aquello que debemos saber a su debido tiempo. El pensamiento que proviene de Dios, o sea, la intuición, trasciende el razonamiento y la lógica humana y nos guía, nos reconforta y nos sana. Podemos aprender a escuchar, a ceder y a obedecer a esta voz callada y suave que nos habla continuamente.
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