¿Alguna Vez Le pareció que lo que tenía no era suficiente para compartirlo con los demás? Quizás piense que primero tiene que ocuparse de usted y asegurarse que tiene lo suficiente y luego compartir. Es un punto de vista que podría considerarse justificado, pero podría indicar que se ignora la abundancia de verdades espirituales que a uno le pertenecen y con las que puede contar en este preciso instante.
Las posesiones materiales vienen y van, pero jamás podemos ser separados de nuestro Padre-Madre Dios. que es Espíritu y Mente, ni tampoco podemos ser separados de Su bien, abundante y eterno, porque como hijos de Dios, somos el reflejo de todo ese bien. El hombre es la expresión directa de Dios, Su semejanza espiritual.
La abundancia espiritual, nuestro único recurso verdadero, se percibe a través de la alegría y el amor sin límites que sentimos por nosotros y por los demás. Se hace evidente por medio de la intuición espiritual, la capacidad de saber todo aquello que debemos saber a su debido tiempo. El pensamiento que proviene de Dios, o sea, la intuición, trasciende el razonamiento y la lógica humana y nos guía, nos reconforta y nos sana. Podemos aprender a escuchar, a ceder y a obedecer a esta voz callada y suave que nos habla continuamente.
En Ciencia y Salud leemos: "Sustancia es aquello que es eterno e incapaz de discordia y decadencia. La Verdad, la Vida y el Amor son sustancia..."Ciencia y Salud, pág. 468. Ni persona, ni cosa, ni circunstancia alguna, puede despojarnos de la sustancia verdadera, porque no podemos estar separados de la Verdad y el Amor. Percibimos esto con mayor claridad cuando dejamos de lado pensamientos que no provienen de Dios, tales como el temor, la duda y la limitación, y expresamos más amor. ¡Es maravilloso saber que el amor es algo que está siempre a nuestro alcance! No importa lo que aparente estar sucediendo, siempre podemos amar, del mismo modo que siempre podemos estar alegres y ser honestos, inteligentes y obedientes.
La inspiración divina nos permite modificar nuestros planes, nuestras opiniones, nuestros sentimientos de limitación, y escuchar en cambio la voluntad de Dios con la disposición de amar con entera libertad y sin condiciones, o sea, de la manera en que Dios nos ama. Cuando actuamos de esta forma, es imposible no sentirnos amados.
Esforzándonos por amar libremente y sin ninguna limitación, nos permite descubrir el momento preciso en que nos asaltan pensamientos tales como "¿Qué va a pensar la gente?" "Esto no es práctico" o "No tengo tiempo para esto". Todos esos argumentos se originan en la creencia de que existe una inteligencia aparte de Dios. Esos pensamientos limitados, pretenden adueñarse de nuestra manera de pensar y obstaculizar la forma en que percibimos la expresión del Amor y la Verdad. En lugar de aceptarlos, debemos ver esas sugestiones como lo que realmente son ¡y seguir amando!
Un ejemplo
En una época, mi esposo y yo vivíamos en un lugar muy alejado de la mayor parte de nuestros familiares. El día de Acción de Gracias se estaba aproximando y decidí que era el momento apropiado para ampliar mi concepto de familia en el preciso lugar en donde vivíamos. Decidimos preparar una cena en celebración del día de Acción de Gracias e invitar a vecinos cuyos familiares no estuvieran cerca. Nuestra lista de invitados fue creciendo hasta que nos dimos cuenta de que habíamos invitado a doce personas a nuestro modesto departamento.
Poco después de haber hecho las invitaciones, llegó la fecha en que debíamos pagar nuestras cuentas del mes y poner al día nuestra cuenta de cheques. Descubrimos que nos quedaban menos de diez dólares, y esa suma debía alcanzarnos para las próximas semanas, que incluían varios días después de la celebración del día de Acción de Gracias. De pronto, pareció como si todo el amor que expresamos al ampliar nuestro concepto de familia, no era muy práctico. Tal vez, lo que teníamos, no era suficiente para compartir.
Al comentarle todo esto a una amiga, me dijo: "¿No te parece que en realidad, es Dios, quien invitó a todos a comer?" Mi amiga me explicó que si el Amor divino me estaba impulsando a invitar a determinadas personas a mi casa a almorzar, ese mismo Amor iba a dar la provisión necesaria para que ese propósito pudiera llevarse a cabo. Yo debía dejar de lado el temor y la voluntad humana y permitir que Dios llenara mi pensamiento con sabiduría y amor y con las ideas adecuadas acerca de lo que debía hacer y de qué manera hacerlo.
Eso fue precisamente lo que hice durante los días siguientes. Y el resultado fue que no solamente tuvimos suficiente comida, platos, mantel y flores, sino que también recibimos ayuda de parte de amigos, que el día de la comida, nos explicaron cómo rellenar el pavo y cómo acomodar y reparar la deteriorada pileta de la cocina y sus desagües. Hubo en torno de la mesa, ¡tanta alegría y tanta "acción de gracias"! Varias semanas después, nuestros amigos nos comentaron lo especial que había sido para ellos la celebración. Nos sentimos muy agradecidos por tener verdadero pan, verdadera abundancia para compartir.
La Biblia relata cuando Cristo Jesús y sus discípulos alimentaron a una multitud con solo unos pocos panes y peces. En realidad, los discípulos parecían tener dudas en ese momento, de que el escaso alimento que tenían fuese suficiente para alimentar a semejante multitud. Pero Jesús no perdió tiempo en pensar en lo que no tenía, sino que dio gracias por la sustancia verdadera que ellos sí poseían y que siempre sería suficiente. El Evangelio según Juan dice: "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido". Juan 6:12, 13.
Abra su corazón y descubra la abundancia
Después de la celebración, nos sobró tanta comida que nosotros también recogimos los pedazos que sobraron. Tuvimos todo lo que nos hizo falta hasta que nos llegó un dinero adicional.
La Sra. Eddy dice: "Cuando un corazón hambriento le pide pan al divino Padre-Madre Dios, no le es dada una piedra –sino más gracia, obediencia y amor. Si este corazón, humilde y confiado, le pide fielmente al Amor divino que lo alimente con el pan celestial, con salud y santidad, estará capacitado para recibir la respuesta a su deseo; entonces afluirá a él 'el torrente de Sus delicias', el tributario del Amor divino, y resultarán grandes progresos en la Ciencia Cristiana— también esa alegría de encontrar nuestro beneficio al beneficiar a los demás".Escritos Misceláneos, pág. 127. La próxima vez que se sienta tentado a creer que no tiene lo suficiente, abra su corazón y descubra la verdadera abundancia que está a su alcance. Será más que suficiente.
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