En General, Expresamos nuestra gratitud por las bendiciones recibidas, por haber superado alguna dificultad, y por tareas que hemos cumplido satisfactoriamente. Sin embargo, hay otra dimensión para la gratitud, un aspecto que despierta en nosotros una actitud gozosa, constructiva y útil, que guía hacia la curación. No depende de la personalidad, las posesiones ni la posición de cada uno.
Esta clase de gratitud nos ayuda a usted y a mí a sentirnos vivos y llenos de vitalidad, a que nuestro corazón rebose de afecto genuino hacia nuestro prójimo, y eleva nuestro pensamiento. Inunda nuestro ser con amor, y nos lleva por una senda de felicidad, realización y satisfacción. Tal gratitud tiene una base espiritual. Es gratitud por la realidad misma de la existencia. Expresa amor puro a Dios, por Su bondad sin límites, y por la bondad de todo lo que Él ha creado.
Es natural sentir gratitud de esta manera, porque el hombre es la imagen y semejanza de Dios, y refleja la plenitud e integridad de Dios. El hombre da testimonio de la satisfacción que siente Dios por Su propia obra.
La gratitud revela uno de los aspectos más nobles de nuestro ser, puesto que estar agradecidos es expresar amor. Cuando amamos al Amor divino, y a la manifestación del Amor, en realidad estamos viviendo la gratitud y demostrando que ponemos a Dios, el bien, en primer lugar en nuestra vida. La gratitud siempre pone el énfasis, en Dios. Un corazón espiritualmente agradecido responde espontáneamente a la eterna presencia y al poder del Amor infinito. La verdadera gratitud inspira la comunión que tenemos con el Amor, y profundiza nuestra percepción de su influencia en nuestra vida.
Pero, ¿qué ocurre cuando alguien se siente profundamente preocupado, o sufre alguna necesidad, enfermedad, aflicción, o se siente vacío, o que la vida carece de belleza o significado? Él o ella podrían decir: "No siento ni siquiera un poco de amor. En realidad no tengo a nadie a quien querer, ni nada por lo cual estar agradecido". En esos momentos, lo que más necesitamos —y lo más práctico— es la gratitud en su sentido más puro, que le abre las puertas a la libertad espiritual y la curación. Cuando atravesamos grandes dificultades, reconocer con gratitud que el Amor divino es el único poder y la única influencia en nuestra vida, nos ayuda a alejar nuestro pensamiento de la preocupación mesmérica y enfermiza por el mal. Tal gratitud nos acerca a Dios, el bien. Y ¿quién no desea estar más unido al bien, y estar rodeado de paz y bienestar? Estar concientes del Amor a través de la oración humilde, considerar al Amor como la única fuente de soluciones constructivas, cultiva la gratitud y así disipa la severidad y la inflexibilidad de las actitudes humanas, y recibimos cada vez mayor bien. Entonces, reconocemos la verdad del Amor, no como una teoría poco práctica, sino como una realidad enriquecedora y sanadora.
Efecto de la oración
Cuando estamos agradecidos al Amor divino por ayudarnos a crecer en gracia, y por impulsarnos a amar y a dar más de nosotros mismos, de hecho estamos orando. Tal oración reconforta y satisface espiritualmente, y descubrimos que el Amor divino está siempre a nuestra disposición, y es constante, sin importar lo grande que sea nuestra necesidad; que el Amor nunca, en ningún momento retiene el bien. Esta percepción inunda nuestro corazón con la dulce certeza de que el Espíritu divino sabe que somos espirituales y estamos completamente satisfechos. Cuando permitamos que un cántico de alabanza sea nuestro compañero permanente, descubriremos que la gratitud genuina precede nuestra demostración del bien que Dios concede.
La gratitud abre la puerta a la curación.
En la Biblia leemos que Pablo y Silas fueron puestos en prisión injustamente, y su carcelero "les aseguró los pies en el cepo". Véase Hechos 16:22-26. No tenían muchas posibilidades de salir de ese oscuro confinamiento. Pero las Escrituras relatan que "a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían". La medianoche es la hora más oscura. En su hora más oscura, Pablo y Silas no sintieron temor ni pánico, sino que alabaron a Dios. Y su recompensa fue grande. Leemos: "Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron". La gratitud eleva a las personas por encima de la incertidumbre del mal, y las libera. Cuando cantemos himnos expresando nuestra gratitud por la absoluta verdad de la suprema bondad de Dios y la unidad del hombre con Él, glorificando así a Dios, veremos la victoria sobre el mal. Es una consecuencia inevitable.
Antes de resucitar a Lázaro, Cristo Jesús oró de esta manera: "Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes". Juan 11:41, 42. Jesús siempre recurría a Dios en primer lugar, y reconocía con firmeza Su presencia, Su poder y Su ley gobernante. Él ciertamente conocía a Dios como el único Dador. A través de la maravillosa demostración de su amor absoluto hacia su Padre celestial, Jesús mostró, bajo toda circunstancia, que la gratitud en su significado más elevado es adoración —es amar y adorar a Dios.
En la práctica sanadora de la Christian Science, la gratitud es clave para liberarnos de la creencia en la enfermedad y el pecado. La oración en esta Ciencia expresa gratitud por todo el bien que el Amor divino ya le ha concedido, y continúa brindándole al hombre. Comenzar con Dios y agradecerle a Él con todo nuestro corazón por hacernos a cada uno de nosotros capaces de amarlo y conocerlo a Él —de amar y conocer a la Vida, a la Verdad y al Amor— y de ver a Su hombre perfecto, abre la puerta hacia la curación. Es entonces cuando las ansiadas bendiciones se manifiestan en nuestra vida. Mary Baker Eddy nos recuerda en Ciencia y Salud: "En la Ciencia divina, donde las oraciones son mentales, todos pueden contar con Dios como 'pronto auxilio en las tribulaciones'. El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus dádivas. Es el manantial abierto que exclama: 'Todos los sedientos: Venid a las aguas'".Ciencia y Salud, págs. 12-13. Encarar nuestro trabajo con gratitud a Dios tiene una recompensa: la expectativa de que el bien se manifestará más y más.
La gratitud es una poderosa influencia sanadora. Hace muchos años vi en mi propia familia cómo el poder de la gratitud produjo una hermosa curación. Mi padre no era estudiante de Christian Science, pero era un hombre de gran curiosidad. Vivía lejos de nosotros, en otro país. En algunas de nuestras visitas yo le había hablado de mi amor por la Christian Science, y su práctica sanadora. Y él siempre me había escuchado.
La gratitud es clave para liberarnos de la creencia en la enfermedad y el pecado.
Él tenía el hábito de escribir largas cartas, compartiendo todas las interesantes actividades que estaba desarrollando. Un día, recibí una carta corta, su escritura, comúnmente firme, parecía algo distorsionada. Decía que algo había pasado y que lo habían llevado a un hospital y lo habían internado en un pabellón de emergencias. Los médicos le habían dicho que su vida estaba en peligro, y que necesitaban operarlo y amputarle una pierna. Esto era inaceptable para mi padre, especialmente porque uno de sus pasatiempos preferidos eran las caminatas. Lo estaban controlando en el hospital, pero no estaba tomando ninguna medicación.
Después de leer su carta, mi primer pensamiento fue: "¡Él está recurriendo a la Christian Science en busca de curación, y la Christian Science, la ley de Dios, lo sanará!" Entonces me inundó una maravillosa sensación de gratitud. Abrí Ciencia y Salud y leí del Glosario la interpretación metafísica de la palabra Padre, la cual dice así: "Vida eterna; la Mente única; el Principio divino, comúnmente llamado Dios".ibid.. pág. 586. "Sí", pensé, "Dios es la Vida de mi padre, y la Vida está siempre presente, y es sin lugar a dudas saludable y completa". Y yo sabía que había sólo un curso de acción posible: vivir como el reflejo de la Vida siempre presente.
La gratitud hacia la Christian Science alentó mi ser. Todo lo que necesitaba saber —especialmente la solución sanadora para esta situación— lo encontré en la Biblia, y en su clave, Ciencia y Salud. Estos dos libros me mostraron cómo percibe Dios al hombre: como Su perfecta semejanza. Y me permitieron comprender claramente que la mente carnal y mortal, con su mal, no es una creación del Amor divino; que no tiene apoyo en la ley divina y que por lo tanto es completamente incapaz de controlar al hombre.
Orando de esta manera, mi oración estaba llena de gratitud. Escribí a mi padre una carta compartiendo estas ideas, y se la envié. Pero antes de que la carta llegara a destino, recibí otra. Era obvio (por su escritura firme), que mi padre era de nuevo el mismo de antes. Me escribió que los médicos, luego de otro examen, decidieron que la operación ya no era necesaria. Un diagnóstico anterior que mostraba evidencia de diabetes también fue refutado. Le aseguraron que podía vivir una vida normal y activa. (Posteriormente, comparando las notas sobre lo ocurrido, nos dimos cuenta de que los médicos le habían efectuado la segunda revisión poco después que había comenzado la oración en la Christian Science.)
Pronto mi padre salió del hospital y encontró mi carta esperándolo en su casa, y comenzó a leer Ciencia y Salud. Cuando lo vi, unos meses después, él reconoció con lágrimas de gratitud que la Christian Science lo había sanado.
El Amor está siempre disponible para guiar e instruir a cada uno de nosotros. Cuando reflexionamos constantemente sobre la totalidad de Dios y la pureza y perfección del ser del hombre, sentimos gratitud a Dios, y esto inicia la curación.