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Curación de adicción a las drogas

Del número de febrero de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi Familia Conoció la Christian Science cuando yo tenía aproximadamente diez años. Mi madre sabiamente nos hizo asistir a mi hermana y a mí a la Escuela Dominical de la Christian Science en la ciudad donde vivimos. Yo concurrí hasta mis catorce años. En aquel momento, aunque yo ya reconocía en mí misma las cualidades espirituales tales como valentía, seguridad y confianza en Dios, no me di cuenta de la importancia que tendría la Christian Science en mi vida años después.

Mi adolescencia, período en que no continué estudiando la Christian Science, fue realmente una etapa muy difícil, con problemas de desarmonía familiar y transitando por la vida sin una meta verdadera. Empecé a tomar un rumbo bastante decadente, apartándome de mi familia y frecuentando amistades que reforzaban mi tendencia a conducirme en forma poco moral. Gradualmente, me convertí en esclava del sensualismo, y a la edad de diecinueve años empecé a fumar marihuana.

Me hice adicta. Y así mi vida cada vez era peor. Recuerdo que tener que pasar más de dos semanas sin consumir la droga diariamente, significaba sufrir una angustia muy honda. Las circunstancias me fueron llevando, con mucho dolor y pesar, al despertar que me haría ver la irrealidad de este mal en el que estaba inmersa, pues "El Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo" (Hebreos 12:6).

Así, después de varios meses de gran angustia, acudí a mi madre en busca de consuelo. Ella una vez más me brindó la mayor consolación que puede recibir alguien en este mundo: la Christian Science. Empecé a leer El Heraldo de la Christian Science y poco después la Lección Bíblica. Tuve en mis manos la Biblia y Ciencia y Salud que me alimentaron de todo el bien infinito que Dios tiene disponible para cada una de Sus ideas.

Así fue que empezaron a sucederse mis primeras curaciones. Para empezar, en tan sólo un mes, y con la simple lectura de estos libros, desapareció en forma natural el deseo y la necesidad de consumir drogas, evidentemente porque mi consciencia se llenaba del amor espiritual de nuestro Padre-Madre, que lo abarca todo. No necesité nada más para ser feliz. También, gradualmente, mi conducta moral fue cambiando, porque empecé a comprender que: "El hombre es incapaz de pecar, enfermar y morir" (Ciencia y Salud, pág. 475).

En cuanto a este profundo despertar al hecho de que "El error, acosado hasta sus límites finales, se destruye a sí mismo" (Ibid., pág. 476), puedo decir en este momento, a seis años de esta experiencia, que Dios es infinitamente misericordioso y bondadoso, habiéndonos brindado este regalo del cielo que es la Christian Science.

Quizás usted pueda imaginar las innumerables bendiciones y manifestaciones del poder divino que he recibido en todos estos años. Pude terminar mi carrera universitaria al aprender más acerca de las verdades espirituales del ser y expresando la inteligencia divina "la sabiduría que es de lo alto" (Santiago 3:17). Las relaciones en mi familia tuvieron un progreso muy notable, haciendo todas las cosas nuevas. Gracias a la amable y tierna ayuda de practicistas de la Christian Science y a mi estudio individual, he tenido curaciones físicas, entre ellas las de obesidad y gripes. He encontrado soluciones a necesidades de empleo y provisión al buscar "primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mateo 6:33), y sabiendo que nuestro mejor trabajo es expresar al Amor divino en cada circunstancia de nuestra vida diaria.

Deseo profundamente continuar estudiando la Ciencia del cristianismo, para devolver en alguna medida a Dios y a la humanidad todo el bien que he recibido.

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