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la juventud y la moralidad

Del número de febrero de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los Redactores del Journal me pidieron que escribiera este artículo. Durante un tiempo dudé en hacerlo, pensando solamente en los artículos sobre la juventud y la moralidad que yo no quería escribir. Tales como los "severos y amonestadores". O los "te-lo-dije". O los "¡qué barbaridad, los valores morales están por el piso!" Por otro lado, tampoco estaba interesado en escribir un artículo en un tono como "tengamos un pensamiento más liberal respecto de lo que otra persona haga".

Entonces, recordé un pasaje, tan importante en su significado, que invita a que el pensador reflexione más profundamente. Es del libro Ciencia y Salud: "Sólo los goces más elevados pueden satisfacer los anhelos del hombre inmortal".Ciencia y Salud, págs. 60-61. Las últimas palabras llamaron mi atención: "los anhelos del hombre inmortal". Sabía, por el estudio de la Biblia, que el hombre inmortal es la expresión intachable e inmaculada de Dios. Dios creó al hombre a Su propia semejanza, absolutamente completo, incluyendo todo lo bueno, sin que nada le faltara. Por lo tanto, ¿qué es lo que puede anhelar el hombre inmortal?

Al reflexionar sobre esto, examiné más profundamente mi propio concepto del hombre inmortal. Siempre he usado las palabras apropiadas y metafísicamente exactas al hablar o escribir sobre el tema, pero había algo acerca de mi concepto del hombre que no andaba bien. No había considerado al hombre como dinámico. ¡Aunque el hombre que anhela no es estático en lo absoluto! Comencé a ver algo vital y poderoso respecto de la naturaleza verdadera del hombre. Es un error considerar que nuestras opciones están entre un individuo imperturbable que no anhela, y uno vital que, a veces, anhela el mal. El hombre real, nuestra identidad verdadera, tiene una vitalidad ilimitada y anhela el bien.

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