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El pequeño perezoso

Del número de febrero de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Sabes qué es un perezoso? Es un animal muy pacífico, que tiene un pelaje largo y grueso, y en lugar de dedos tiene uñas muy puntiagudas del grueso de un lápiz. Vive en los árboles y come hojas, y se le dio ese nombre porque cuando se mueve, ¡si es que se mueve!, lo hace muy, pero muy, despacio.

Al sudeste de Costa Rica hay una pequeña área del Caribe que tiene profundos acantilados con muchas olas. Un día, cuando caminaba por ahí, me aparté del camino y fui hasta la base del acantilado. Cuando llegué al nivel del agua vi, al pie de un acantilado de más de trece metros de alto, a un pequeño perezoso. Estaba completamente mojado y a la miseria, aferrándose con todas sus fuerzas a una pequeña hendidura del acantilado. Cada vez que rompía una ola lo bañaba completamente. Yo quería ayudarlo, de ninguna manera podía dejarlo allí para que muriera.

Traté de ver cómo podía ayudarlo y llevarlo a un lugar más alto. Era un perezoso muy chiquito, pero sus garras ya eran impresionantes y parecían bastante temibles. Primero lo levanté por los brazos, y tuve que hacer fuerza porque se aferraba a las grietas de la roca como si no quisiera que lo ayudaran. Después me quité el cinturón del pantalón y se lo puse alrededor de la cintura, entonces pude levantarlo en el aire y llevarlo con seguridad y comodidad a un lugar más alto. ¡Qué feliz se veía, levantando su tierna carita hacia el cálido sol!

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