La Mayoría de nosotros hemos tenido experiencias que han sido fundamentales en algún momento de nuestra vida. Quizás fue un cambio de orientación laboral, encontrar la compañera o compañero ideal, o alcanzar una mayor estabilidad moral. En mi caso, estas experiencias siempre han tenido que ver con el desarrollo espiritual, y esto me ha bendecido física, moral y espiritualmente.
Los discípulos de Jesús tuvieron una experiencia trascendental después de la crucifixión de Jesús. Habiendo perdido aparentemente la inspiración obtenida en los pocos años que estuvieron con su Maestro, pasaron toda una noche pescando y no sacaron nada. En las tempranas horas de la mañana, Jesús les habla desde la playa diciéndoles: "Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis". Juan 21:6. Lo que Jesús les estaba pidiendo era mucho más que una mera acción humana. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy describe la profunda transformación que se produjo: "Convencidos de la infructuosidad de su labor en las tinieblas y despertados por la voz del Maestro, cambiaron sus métodos, se apartaron de las cosas materiales y echaron la red a la derecha. Percibiendo de nuevo a Cristo, la Verdad, en la playa del tiempo, pudieron elevarse un tanto sobre la sensibilidad mortal, o el entierro de la mente en la materia, a vida nueva como Espíritu".Ciencia y Salud, pág. 35. Su renovada vislumbre del Cristo llenó sus "redes" —sus pensamientos y vidas—con mayor paz y pureza, y les permitió llevar a cabo con humildad la misión que Cristo Jesús les había encomendado.
Una experiencia que tuve hace algunos años, me demostró que la presencia sanadora y salvadora del Cristo, está tan activa hoy como entonces. Estaba ayudando a mi madre a limpiar nuestro negocio, cuando se lesionó seriamente la espalda.
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