Hace Algunos Años fui invitado a presentar una ponencia en una Feria Internacional en Kinshasa, República Democrática del Congo. Esto fue muy difícil para mí porque me sentía muy débil y casi no podía hablar. Hacía muchos años que sufría de malaria. Había recibido numerosos tratamientos médicos que tan sólo disminuían los síntomas por un tiempo.
Al terminar mi presentación, alguien del público, que se dio cuenta de mi condición, se me acercó y me ofreció un libro que, esta persona estaba convencida, me podría ayudar. Al principio me sentí escéptico. No obstante, el libro me llamó la atención y después de un par de días decidí aceptar Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
Comencé a leer el libro de inmediato. Cuanto más lo leía, más fascinado me sentía con sus ideas. Eran tan nuevas para mí, y tan fuertes, que sentí que se producía una verdadera revolución en mi manera de pensar. Lo que leía en ese libro era muy diferente de todo lo que se me había enseñado desde niño. Me impresinaba mucho la idea de que cada uno de nosotros es espiritual, perfecto y armonioso porque Dios, el bien, nos creó así. También me impresionó mucho el concepto de que el hombre es una idea de Dios y no puede estar separado de Él, y como tal, no puede sentirse mal.
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