Se ha oido decir del mérito de enseñar a alguien a pescar en vez de darle un pescado, señalando la importancia del conocimiento como medio para satisfacer las necesidades. Y esto lo aprecia la gente de zonas ribereñas, cuando ve que el pescador avezado sale en su barca y regresa con alimento para él y para repartir a sus amigos.
La espiritualidad es como la disciplina del pescador.
La espiritualidad, morando en el corazón del que busca comprender y obedecer a Dios, le permite satisfacer la necesidad de salud, de hogar, de provisión y de actividad productiva. Y también le permite ser útil a los demás.
El Heraldo de este mes muestra cómo nuestros colaboradores pusieron a Dios primero en sus vidas y ganaron en espiritualidad. La inspiración que esto les trajo les permitió restablecer la salud; la generosidad que les infundió les proveyó de hogar; y el interés que les despertó en percibir ideas espirituales los condujo a una actividad llena de gozo.
Esperamos que las ideas de este número le sean de utilidad.
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