Artículo basado en una conversación con que el Heraldo grabó para su edición radial.
A menudo escuchamos hablar de diferentes métodos que se publicitan para hacernos ricos en poco tiempo, o al menos para recibir grandes sumas de dinero con poco esfuerzo de nuestra parte. Estos métodos, en su mayoría, están dirigidos a calmar el miedo a la escasez. Pero, si bien para muchos la escasez es algo con que se enfrentan todos los días, hay ideas que, aún cuando no sean tan populares, han resultado ser muy eficaces para mostrarnos un nuevo sentido de provisión. Estas ideas son espirituales y provienen de Dios.
Christiane: Hay ideas espirituales en la Biblia que nos hacen ver que la provisión está al alcance de todos. Pero es importante ver que nuestra actitud hacia la provisión determina en gran manera si realmente la recibimos o no. Un dicho conocido dice que es la mano abierta la que recibe, y no la mano cerrada. Al dar, uno recibe.
Heraldo: Pero muchos quizás no tengan, o piensen que no tienen, nada que dar.
Christiane: Todos tenemos algo que podemos dar de nosotros mismos, y la generosidad verdaderamente combate la escasez. ¿Por qué? Porque cuando damos un poco de lo que tenemos, por más pequeño que sea, nuestro pensamiento se abre para que reconozcamos que si podemos dar, es porque nuestra provisión ya está establecida. Jesús nos enseñó a dar libremente: él alimentó a las multitudes, no sólo con las ideas que estaba enseñando, sino de forma práctica. Al repartir lo poco que parecían tener, los panes y los peces se multiplicaron para abastecer a multitudes y además llenar canastas con lo que sobró. Mateo 14:14–21. Jesús comprendía que Dios es la fuente de toda provisión, de todo el bien, y dijo: "De gracia recibisteis, dad de gracia". Mateo 10:8.
Heraldo: Entonces, "dar" para Jesús no significaba que tenía que sacar de su propio bolsillo, sino expresar a Dios. ¿Podrías hablar un poco de eso? Porque muchas veces se piensa que dar es una cuestión meramente personal.
Christiane: Si empezamos a comprender que la fuente de todo bien, de toda provisión, es infinita, porque es Dios, entonces empezamos a ver que esta fuente es inagotable, y que podemos reflejar la generosidad de Dios en nuestra propia vida, es decir, compartirla con los demás, además de disfrutar de la plenitud del bien que Dios provee.
Hay un ejemplo muy bueno en la Biblia, en el Antiguo Testamento, en el relato de Elías. Durante una gran sequía y hambre, Dios manda a Elías a Sarepta a una viuda para que ella lo sustente. Él obedece. Ya en otra oportunidad Dios lo había alimentado durante esa sequía: cuervos le trajeron pan y carne para comer. Cuando Elías llega a la puerta de la ciudad se encuentra efectivamente con una mujer viuda que está recogiendo leña. 1 Reyes 17:6. Elías la llama y le dice: "Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso para que beba". Ella con generosidad va para traérsela, y Elías le pide algo más: "Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano". Entonces ella responde que sus recursos son mínimos, que sólo le queda un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una vasija, y que ya está recogiendo, en las palabras de la Biblia, "dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir". Entonces Elías le dice: "No tengas temor". ¡Y eso es tan importante! Tener generosidad sin temor; poder dar de lo que tenemos sin temer a que nos llegue a faltar algo. Elías le dice: "Ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo". Véase 1 Reyes 17:8–16.
Heraldo: ¡Qué interesante que primero le pida que le haga algo para él! ¿no?
Christiane: ¡Sí! Tal vez para afirmar y fortalecer su confianza en Dios. Elías entonces continúa, diciéndole: "Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra". Elías era un profeta, es decir, veía las cosas desde un punto de vista más elevado, desde un punto de vista espiritual. Él comprendía que Dios es un Dios benéfico que lo gobierna todo y lo provee todo con Su amor inagotable. Es interesante que la promesa viene a la mujer de antemano. Ella no tiene que darle de comer primero a Elías, sin saber qué iba a pasar. Ella recibe la promesa de que la provisión de Dios es inagotable — una promesa que es para todos— y entonces puede con toda generosidad dar de lo poco que tiene, primero a Elías. El relato bíblico concluye así: "...y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías". ¡Qué ejemplo tan claro de que la generosidad combate —y elimina— la escasez!
Jesús comprendía que Dios es la fuente de toda provisión, de todo el bien, y dijo: "De gracia recibisteis, dad de gracia".
También se ve que no fue sólo provisión de harina y aceite lo que Dios tuvo para esa madre y su hijo. El relato bíblico que sigue dice que tiempo más tarde el hijo se enferma, y "la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento". En esa situación extrema, Elías ora a Dios y el niño "revivió ... y... lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive". 1 Reyes 17:17–24. Así que también hubo para esa pequeña familia provisión de salud, esa salud que Dios da y que está siempre a mano para que gocemos plenamente de ella.
Dios es la fuente inagotable de todo bien, inclusive de nuestra salud. Dios expresa esa plenitud de vida en cada uno de nosotros para siempre. Nosotros también podemos compartir este bien sin temor, con generosidad —¡y así multiplicarlo!—y disfrutar de él ampliamente.
