Una Mañana muy temprano quise poner el coche en marcha pero no pasó nada. Me bajé del auto, y al tratar de moverlo para que arrancara se desplazó, atrapándome contra la pared. En un primer momento pensé que no podría liberarme y sentí un intenso dolor en el brazo. De inmediato, recordé que esa mañana, al estudiar la Lección Bíblica Semanal, había leído el pasaje bíblico donde Pedro es liberado de la prisión por medio de la oración. Esto me hizo pensar que ese poder que estuvo presente en la prisión, estaba conmigo para liberarme a mí también. Dios siempre está presente y atento para responder a nuestras necesidades cuando recurrimos a Él. Dios es nuestro único libertador y en toda situación mantiene completa la identidad del hombre.
De pronto pude girar y destrabar el cuerpo, y luego pude liberar el brazo que también estaba aprisionado entre el coche y la pared.
Debido al dolor que sentía llamé a una practicista de la Christian Science, quien de inmediato se puso a orar. A los pocos minutos, comenzó a deshincharse el brazo y pude moverlo. Al cabo de dos días no había rastros del accidente. Cuando ocurrió el hecho, la empleada de mi casa vio el brazo y fue testigo de la curación.
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