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Un manantial de agua pura

Del número de agosto de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Vista era extraordinaria: una corriente clara y fría emergía de la árida ladera de la montaña. De acuerdo con algunos lugareños, este salto de agua en la base del Monte Shasta, al norte de California, Estados Unidos, es donde se origina el Río Sacramento. En esta fuente que surge de la tierra, el agua es prístina, no tiene barro, no está contaminada, no hay nada que la cambie ni la detenga, porque se renueva constantemente.

Para mí, esto es como la relación que tiene Dios con cada uno de nosotros. Los hijos de Dios hechos a Su imagen y semejanza, están siempre en armonía con su fuente de origen. Los hijos de Dios no están sujetos a contaminantes como el temor, el dolor o la falta de armonía, porque el amor puro y la bondad perfecta de Dios, son su fuente.

Pero a veces la enfermedad, las relaciones inarmónicas o los problemas económicos, parecen interponerse entre nosotros y nuestra fuente divina. Cuando esto ocurre, podemos orar para saber que Dios es la fuente inalterable de nuestro ser, y superar así la situación adversa.

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