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Una luz ilumina la pista

Del número de agosto de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


se interesó en las carreras de autos de niño, cuando frecuentaba las pistas al norte de California. A los dieciséis años ya estaba trabajando en el "pit" de su hermanastro, que era piloto de autos de calle modificados para carrera. Al terminar la universidad, Jenkins se mudó con su esposa a Fairbanks, Alaska, donde vivieron cerca de un autódromo, y esto revivió la pasión de Doug por este deporte. Jenkins se convirtió en uno de los principales pilotos de Alaska antes de mudarse a St. Louis, Missouri, donde actualmente es dueño de un negocio de restauración de autos y corre en coches turismo carretera y en carreras cortas, por todo el Oeste Medio, de los EUA. Rick Lipsey de la revista Sports Illustrated, entrevistó a Jenkins sobre la influencia que ha tenido la Christian Science en su carrera de piloto.

¿Cómo te preparas para una carrera?

Bueno, correr es fascinante. Pero se piensa que es peligroso ir a alta velocidad, y que te puede pasar algo malo. De manera que todos los días, antes de una carrera, además de estudiar la Lección Bíblica Semanal, me mantengo callado y oro para percibir lo que el Padre quiere que aprenda ese día. Oro para comprender que mi verdadero ser es espiritual y perfecto, y que la mortalidad no lo puede tocar. Sé que esta verdad se aplica para todos.

Todos los días, ya sea que esté en la pista, en mi taller, o en el parque con mis hijos, trato de escuchar la lección espiritual que el Padre me tiene preparada.

¿Cómo oras?

Para mí, orar es centrar mi atención en Dios, reconociendo que es todopoderoso y omnipres ente. En cada vuelta que doy con el coche, necesito estar consciente de lo que está ocurriendo realmente, y entender que se trata de una manifestación divina. El hombre es espiritual, y actúa de una forma divina.

De manera que ya sea que esté sentado en silencio o manejando a toda velocidad, para mí, escuchar a Dios es la verdadera razón de todo, y lo que más me satisface.

¿Cómo enfrentas el temor?

Nunca he temido por mi seguridad. No tengo dudas en mi pensamiento de que tanto en las carreras, como en toda actividad correcta, nuestro Padre-Madre Dios nos puede guiar y proteger. Tenemos el privilegio, como hijos de Dios, de estar seguros bajo toda circunstancia.

Las carreras de autos son peligrosas, y a veces fatales. ¿Cómo enfrentas ese aspecto del trabajo?

En las carreras se acepta la ley de las probabilidades, según la cual todos, en algún momento, estaremos envueltos en algún choque serio.

Yo oro constantemente para verme a mí mismo y a los demás, como ideas de Dios, gobernadas por la ley de perfección del Amor. Lo que me protege del peligro no es la ley de las probabilidades, sino el hecho de que soy el hijo de Dios, su expresión, y estoy completamente protegido en todo momento.

¿Has chocado alguna vez?

Cuando reúnes 24 autos de más de 800 caballos de fuerza en una pista de un cuarto de milla, no es de sorprender que los coches se toquen. Es parte del espectáculo. Pero no tienen por qué ocurrir lesiones, porque el hombre, la creación espiritual y amada de Dios, no puede estar lesionado.

¿De dónde sientes que proviene tu energía?

Dios es mi fuente de energía. Nunca he tenido problemas de fatiga. Esto es algo en lo que soy muy firme, y a lo que dedico mi oración. Dios nunca se cansa, entonces yo, por ser Su reflejo, no puedo estar cansado tampoco. Es así de simple.

En lo que respecta al coche, no hay nada que yo pueda hacer para ir más rápido. Sólo obstaculizo su desempeño y pierde velocidad si hago algo incorrecto. De manera que mi función es no inhibir la acción armoniosa y natural del automóvil. Cuanta más influencia personal pongo cuando manejo, más despacio voy.

Cuando me aparto de un sentido personal de capacidad tengo éxito, porque veo que Dios es el único creador, y que yo expreso Sus cualidades, como gracia, perspicacia y claridad. Cualidades como éstas son la verdadera energía, el verdadero poder.

¿Hay que manifestar mucho ego para tener éxito?

Un halo de misterio envuelve a las carreras de autos, que tal vez se origine más que nada en las películas donde a los pilotos les gustan mucho las fiestas y son grandes bebedores. Pero esa imagen no es verdadera.

Las mismas cualidades divinas que aprendemos a vivir cuando estudiamos la Christian Science, obedecemos los Diez Mandamientos y las enseñanzas del cristianismo, son un requisito para tener éxito en las carreras. La clave es dejar nuestros deseos personales a un lado, y permitir que Dios se haga cargo.

No creo que sea coincidencia que Jeff Gordon, el conductor de más éxito de los Estados Unidos, pegue citas de la Biblia en el volante de su coche.

¿Perdiste alguna vez el control del auto?

Sí. Una vez, al principio de mi carrera de corredor, pasé a un conductor que no le causó ninguna gracia que lo pasara un novato. Después de que lo pasé, me alcanzó, me arrinconó y me destrozó el coche. Por lo general no reacciono ante un choque, pero esa noche no fue así. Esa semana había tenido muchos problemas económicos, y no tenía ningunas ganas de gastar un montón de dinero para arreglar mi auto. Mis móviles eran totalmente equivocados.

Durante el choque, sentí mucho resentimiento por ese individuo.

La cuestión es que arreglé el coche y entré a la carrera con retraso esa noche. Iba primero hasta que, casi al final, se cayó la parte de atrás del auto, y tuve que abandonar. Con la furia que había sentido, me olvidé de ajustar una tuerca de la suspensión. Me sentí de lo más avergonzado, porque sabía muy bien lo que había ocurrido. Había sentido tanto odio por el incidente anterior, que no me di cuenta de que tenía que corregir esa imagen falsa. Después, le pedí disculpas al hombre que me había chocado, pero yo no lograba que escuchara ni una de mis palabras porque él se la pasó todo el tiempo pidiéndome disculpas a mí.

¿Qué relación tienen para ti las carreras y la espiritualidad?

Las carreras son apasionantes y muy divertidas, pero para mí son mucho más que eso. Es un medio en el cual puedo glorificar a Dios y expresar Sus cualidades.

La gente cree que tener éxito, o ganar mucho dinero, es suficiente para hacernos felices. Pero la verdad es que no hay nada que nos haga más felices que estar en paz interiormente y mantener nuestro pensamiento espiritualizado. Esta manera de pensar en las carreras me ayuda a aprender más sobre mi relación con Dios.

¿Qué nos puedes decir de la fama y la gloria?

La fama es una droga. No es más real que cualquier otro sentimiento humano lleno de vanagloria. Es obvio que la fama por sí sola no nos garantiza la felicidad. Pero el poner en práctica nuestro entendimiento espiritual nos garantiza el verdadero éxito, y alcanzarlo, no ganar o perder, es mi meta.

La vida de un corredor de autos parece inestable. Un día ganas, al otro pierdes. Un día tu patrocinador te quiere, al día siguiente te saca de su nómina. ¿Cómo enfrentas este ambiente?

Sé que la única actividad verdadera es Dios y Su expresión infinita, donde todo se cumple de acuerdo con Su plan. Éste no es un ideal ilusorio, sino el hecho real y sustancial del ser, y es necesario comprenderlo. Mi habilidad y mi provisión provienen de mi relación con Dios y mi disposición de ir a donde me guíe mi Padre.

¿Siempre has pensado así?

!Ojalá lo hubiera hecho! Mi meta principal siempre había sido el dinero, pero por más bien que manejara, la gran oportunidad nunca llegaba, y nunca parecía ganar suficiente dinero. No obstante, poco a poco, la oración y el estudio de la Christian Science llevó mi pensamiento de la materia al Espíritu.

¿Sientes que hay algún conflicto entre ser estudiante de la Christian Science y trabajar en un ambiente que recibe el generoso apoyo de compañías productoras de alcohol y cigarrillos?

Yo pienso que mi responsabilidad es obedecer a Dios y permitir que esa obediencia se destaque.

Cuando vivía en Alaska, un distribuidor de cerveza solía regalarnos camisetas de las pistas de carrera con logotipos de compañías de cerveza, y el autódromo vendía las camisetas con casi 100% de ganancia. En una reunión que tuvimos, yo propuse que en lugar de aceptar las camisetas gratuitas, compráramos nuestras propias camisetas y usáramos nuestros propios logotipos. La moción prácticamente no provocó ningún debate, y se aprobó por unanimidad.

¿Que percepción espiritual has obtenido con tu oración?

Cuando comencé a competir, tenía miedo, porque sabía que todos me miraban y yo quería hacer un buen papel. Entonces un día, estaba orando sentado en el coche antes de una carrera, y se me ocurrió que la carrera era un ejemplo de la creación infinita y universal de Dios. Había gente preparando la pista, vendiendo boletos, organizando las carreras, y anunciándolas. Había mecánicos, conductores de grúas, vendedores de comida, técnicos de iluminación y, por supuesto, los espectadores. Cada persona era realmente la expresión individual de la bondad de Dios. Cada uno tenía su responsabilidad, y sin la participación de todos, la carrera no sería un espectáculo tan grande y alegre.

El nuevo sentido de gratitud que acababa de encontrar destruyó el temor. Sabía que yo tenía la responsabilidad de ser el hijo de Dios, generoso y sin temor. Esa noche me fue muy bien, y todo se debió a la oración que produjo un cambio tan marcado en mi pensamiento.

¿Qué haces cuando algo sale mal?

Una noche al bajar la bandera, cometieron un error que me costó la victoria. Después de la carrera, un grupo de aficionados estaban tan furiosos que querían golpear al que baja la bandera, y se juntaron alrededor de mi coche. En silencio, me recosté en el coche, me puse las manos en los bolsillos y escuché la guía de Dios. Sentí compasión por el que bajó la bandera, porque supe que había hecho lo que creyó que era correcto.

Les dije a los aficionados: "Bueno, corrí lo mejor que pude, y este hombre hizo lo mejor que pudo". El grupo pronto se dispersó, y el ambiente de pronto se tranquilizó, no hubo expresiones de ira ni de agresión.

Me planté firme en el Amor omnipotente y omnipresente, sabiendo que ni mi carrera ni el pensamiento de nadie puede ser obstruido por la acción de otra persona. Dios es la única causa, el bien es Su único efecto. Esa oración silenció la tormenta.

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