Bueno, papi, tú me prometiste que íbamos a hacer una excursión. ¿Cuándo saldremos, pues?
Mientras trataba de explicarle al mayorcito por qué no era posible hacer el paseo, me fijé que la beba, que hacía un instante jugaba al lado mío, había gateado rápidamente a la esquina opuesta de la cocina y comenzaba a sacar el contenido de uno de los cajones del armario, repartiendo todo por el suelo.
— No, no, eso no — me apresuré a decir.
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