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Mitos y verdades sobre los varones

Del número de febrero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Un Par De Años estuve conversando con una madre que estaba pensando en llevar a su hijo adolescente a un psiquiatra porque no estaba actuando normalmente. Su actitud había cambiado, no le interesaba la escuela, y no colaboraba en la casa. Yo conozco al muchacho y el comportamiento que ella describía realmente no reflejaba lo que él era. Conversamos por un rato sobre la situación y sobre algunas de las cosas que podía hacer para resolver el problema. Hace poco me enteré de que el comportamiento de su hijo ha mejorado mucho en la casa y en la escuela.

La exasperación que mi amiga sintió inicialmente por las acciones de su hijo, es la misma que tratan dos libros de publicación reciente. Hablan de que los varones están en crisis, no se destacan tanto en sus estudios académicos, no saben cómo relacionarse socialmente, carecen de auto estima, no llegan a alcanzar su pleno potencial, y todo porque... bueno, porque son hombres. De acuerdo con algunos, eso de por sí ya es algo malo, y es la causa principal de la agresividad, de la actitud pendenciera, del acoso sexual y la violencia. Todo esto quiere decir que es necesario cambiar la naturaleza de los varones para salvarlos de su masculinidad, como si el hecho de ser un varón fuera una condición defectuosa.

Hay que rebelarse contra ese estereotipo en apoyo también de los mismos jóvenes. Un ambiente contaminado por la condena, la sospecha o el temor, no ayuda a ningún muchacho. Ellos deben estar rodeados de altas expectativas, y del apoyo necesario para que las logren, rodeados de confianza, amor, auto disciplina, de un claro sentido de lo que es bueno y malo, de una devoción para ayudar a los demás, en fin, de todas las cualidades que contribuyen a criar hombres y mujeres buenos, seguros y productivos.

¿Cómo podemos darles a los muchachos algo en qué apoyarse hasta llegar a ser adultos? Un paso importante es cambiar la actitud que generalmente se tiene hacia ellos. Podemos vigilar la manera en que percibimos a los varones en general. Nuestros pensamientos no tienen por qué estar moldeados por los medios de comunicación, por las escuelas, ni por la opinión de otras personas. Pueden venir en cambio del verdadero creador de hombres y mujeres, es decir de Dios. "Renovaos en el espíritu de vuestra mente", nos dicen las Escrituras, y "...vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad". Efesios 4:23, 24.

Dios nos ha dado una naturaleza recta, santa, buena y permanente, y nuestra responsabilidad es discernir que ésa es la verdad sobre nosotros, cualquiera sean las expectativas que tengan los demás. Dios creó a cada hombre y mujer como Su semejanza, bondadosa, humilde, fuerte, inteligente, por toda la eternidad.

Recuerdo que en una ocasión una escritora comentó que no importaba lo que ella escribiera, siempre llegaba una posdata. Ella decía que a veces esa posdata, o sea, el comentario de que ella se había olvidado de algo, o que lo que había escrito no era suficientemente bueno, venía años después, pero siempre llegaba.

Dios, en cambio, no le agrega ninguna posdata a Su creación. Cada individuo está hecho perfecto, y así continúa por siempre. Esta verdad es tan poderosa que cuando oramos y tenemos aunque sea una pequeña vislumbre de ella, elimina los estereotipos despreciativos y las bajas expectativas, y las reemplaza con mejores pensamientos, con ideales espirituales y totalmente realistas.

Padres y maestros tienen que recordar esto. Todos debemos recordarlo. La fundadora de esta revista, Mary Baker Eddy, descubrió el cambio tan notable que pueden producir los pensamientos correctos. Escribió: "Al mantener en mi mente la idea correcta acerca del hombre, puedo mejorar mi propia individualidad, salud y condición moral, y también la de otros; mientras que el mantener constantemente en la mente la imagen opuesta del hombre, es decir, la de un pecador, no puede mejorar la salud ni la condición moral, así como no podría ayudarle a un artista mantener en su pensamiento la forma de una boa al pintar un paisaje".Escritos Misceláneos, pág. 62.

Renovemos nuestro aprecio por el valor y bondad inherentes que tienen los varones.


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