Hace Un Par De Años estuve conversando con una madre que estaba pensando en llevar a su hijo adolescente a un psiquiatra porque no estaba actuando normalmente. Su actitud había cambiado, no le interesaba la escuela, y no colaboraba en la casa. Yo conozco al muchacho y el comportamiento que ella describía realmente no reflejaba lo que él era. Conversamos por un rato sobre la situación y sobre algunas de las cosas que podía hacer para resolver el problema. Hace poco me enteré de que el comportamiento de su hijo ha mejorado mucho en la casa y en la escuela.
La exasperación que mi amiga sintió inicialmente por las acciones de su hijo, es la misma que tratan dos libros de publicación reciente. Hablan de que los varones están en crisis, no se destacan tanto en sus estudios académicos, no saben cómo relacionarse socialmente, carecen de auto estima, no llegan a alcanzar su pleno potencial, y todo porque... bueno, porque son hombres. De acuerdo con algunos, eso de por sí ya es algo malo, y es la causa principal de la agresividad, de la actitud pendenciera, del acoso sexual y la violencia. Todo esto quiere decir que es necesario cambiar la naturaleza de los varones para salvarlos de su masculinidad, como si el hecho de ser un varón fuera una condición defectuosa.
Hay que rebelarse contra ese estereotipo en apoyo también de los mismos jóvenes. Un ambiente contaminado por la condena, la sospecha o el temor, no ayuda a ningún muchacho. Ellos deben estar rodeados de altas expectativas, y del apoyo necesario para que las logren, rodeados de confianza, amor, auto disciplina, de un claro sentido de lo que es bueno y malo, de una devoción para ayudar a los demás, en fin, de todas las cualidades que contribuyen a criar hombres y mujeres buenos, seguros y productivos.
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