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Sanada de sarpullido

Del número de febrero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Mi Vida he tenido muchas bendiciones mediante el estudio y la comprensión de la Christian Science como forma de vida. Esta religión me ha ayudado mucho en mis estudios en la escuela secundaria superior, y ahora en la universidad. He sanado de fiebre, dolores de cabeza, dolores de estómago, furúnculo y otras dolencias.

Me gustaría relatar una curación que tuve en agosto de 1998. En aquella época, estaba dando mis exámenes del semestre. Fui a casa durante el fin de semana, recogí algunas cosas que necesitaba para los exámenes, y regresé a la escuela. El día del examen, me desperté y leí la Lección-Sermón, que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science. Luego comencé con mis actividades del día. Mientras me vestía mi compañera de cuarto me dijo que yo tenía un sarpullido en toda la cara y manos. Me negué a aceptar que esto fuera parte de mí, y fui a dar el examen. Después de presentar el primer examen, regresé a mi cuarto para recoger algunos materiales que necesitaba para el segundo. Mi compañera expresó su preocupación una vez más, pero yo insistí en que todo estaba bien.

Mientras caminábamos recordé las verdades de Ciencia y Salud. Me ayudó mucho la siguiente: "Las tres grandes verdades del Espíritu: la omnipotencia, la omnipresencia y la omnisciencia — el Espíritu poseyendo todo el poder, llenando todo el espacio, constituyendo toda la Ciencia — contradicen por siempre la creencia de que la materia pueda ser real. Esas verdades eternas revelan la existencia primordial como la realidad radiante de la creación de Dios, en la cual todo lo que él ha hecho es declarado bueno por Su sabiduría" (págs. 109). Luego razoné que si Dios había declarado que todo lo que había hecho era bueno, yo también era buena y perfecta. Otro pasaje que me ayudó fue el siguiente: "El punto de partida de la Ciencia divina es que Dios, el Espíritu, es Todo-en-todo, y que no hay otro poder ni otra Mente –que Dios es Amor, y que, por lo tanto, es Principio divino" (pág. 275). Puesto que Dios es Todo-en-todo, no hay lugar para el error, que es contrario a Él. Con estas verdades, yo tenía la certeza de que estaba de lo más bien.

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