Hace Un Año, mordí un pedazo de pan duro, y de inmediato sentí dolor y un cambio en uno de mis dientes inferiores. Una semana después seguía con dolor, entonces llamé a mi dentista y le conté lo ocurrido. Cuando llegué a su consultorio me sacó radiografías que claramente mostraban que el diente tenía una rajadura vertical.
Revisó las radiografías conmigo y me dijo que como la rajadura traspasaba la línea de la encía y se trataba de un diente artificial, no lo podía reparar. El diente estaba flojo y el área se había comenzado a infectar. Me recomendó que consultara con un especialista en endodoncia para que me diera tratamiento.
Cuando consulté con el especialista, quien me examinó y sacó nuevamente radiografías, me dijo que el problema iba más allá de su experiencia. Me dijo que perdería ese diente y probablemente varios más, y que necesitaba ver a un cirujano dental. Me describió el procedimiento que necesitaban hacerme, y de la descripción que me hizo pude concluir que iba a llevar tiempo, iba a ser caro y doloroso. Fue en ese momento cuando decidí orar por la situación. Le agradecí al especialista y me fui.
Durante varias semanas oré para saber que como imagen y semejanza de Dios, no podía tener nada que fuera Su opuesto, no podía tener ninguna rajadura ni infección en mi ser. Y sabía que ese hecho espiritual tenía que ser verdad, aunque sentía dolor siempre que presionaba el diente. También pensé mucho en la observación que hiciera Mary Baker Eddy: "Cuando la instintiva langosta pierde una pinza le vuelve a crecer" (Ciencia y Salud, pág. 489). Pensé mucho en esta declaración porque me seguía viniendo el argumento de que a la langosta le podía volver a crecer una pinza porque la pinza que había perdido era real. Pero como mi diente rajado no era real sino artificial, no se podía reparar. Finalmente me di cuenta de que era un engaño creer que una forma de materia era más "real" que otra, al creer que una forma de materia tenía vida y la otra no. Pero comprendí que no hay vida en la materia y que la materia no es de ninguna manera real. Pensé que toda la creación, en su verdadera naturaleza, es espiritual, y que Dios le suministra todo lo que necesita. Para mí eso quería decir que mis dientes podían cumplir con su función. Me aferré al hecho espiritual de que mi verdadero ser está "arraigado y cimentado en amor" (Efesios 3:17).
Miré los rayos X del diente artificial y estaba perfecto.
Pasaron los meses y continué orando sobre el problema siempre que necesitaba hacerlo. Un día me di cuenta de que hacía varias semanas que no me dolía la boca. Para entonces necesitaba que me limpiaran los dientes, de manera que hice una cita con un dentista en la ciudad donde acababa de mudarme. Cuando hice la cita me dijeron que a todos los pacientes nuevos se les sacaban radiografías de toda la boca. Estuve de acuerdo. Tenía toda una semana por delante, y como la Lección Bíblica de esa semana era "Sustancia" (véase Cuaderno Trimestral de la Christian Science), me seguí aferrando a mi comprensión de que Dios era mi sustancia y me estaba dando todo lo que necesitaba.
De camino al consultorio del dentista el día de la cita, sabía que mi ser estaba afianzado y plantado en el amor, no importaba lo que mostraran las radiografías. También tomé la decisión de que cualquiera fuera el diagnóstico no permitiría que me hicieran un tratamiento agresivo, sino que seguiría orando por la situación.
El dentista me examinó los dientes y me dijo que todo estaba bien. Cuando revelaron las placas las miró brevemente, me las mostró y me dijo que todo estaba bien. Miré detenidamente los rayos-X del diente artificial y vi que ya no tenía ninguna rajadura. Estaba perfecto.
Estoy muy agradecida a Dios por esta curación, a Cristo Jesús, que probó el poder sanador de Dios, y a Mary Baker Eddy, que con tanto valor restableció "el cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación" (Sra. Eddy, Manual de La Iglesia Madre, pág. 17).
Boston, Massachusetts, EUA
