Había Una Conmoción en el corredor fuera de mi oficina. Al principio, pensé que era el ruido de la gente de la limpieza, pero como estábamos a media tarde, el hecho me intrigó aún más. Al poco rato, se nos informó que debíamos encerrarnos bajo llave en nuestras oficinas porque todo el piso había sido ocupado por un grupo de hombres armados que pretendía tomar al presidente de la compañía como rehén.
Estaba solo, asustado y se me había ordenado permanecer en mi oficina, pero tenía dos recursos a mano. Uno, usar el teléfono para llamar a un practicista de la Christian Science. Le pedí que orara por mi seguridad personal y por la de todos nuestros empleados. El otro fue acudir a la ley de Dios para que disolviera pacíficamente ese cuadro de violencia.
Aunque no recuerdo ahora exactamente con qué rapidez se desarrollaron los acontecimientos, sé que el recurrir a Dios me hizo ver la situación desde una perspectiva diferente.
Lo primero que hice fue reemplazar el miedo que sentía por una confianza radical en Dios y en Su habilidad para cuidar de mí y de mis colegas. Esto incluyó también orar por la seguridad de nuestro presidente.
El control de Dios sobre Su universo espiritual es absoluto, no puede ser nunca intimidado por el mal, invadido por el terror, ni puede transigir con la violencia. Afirmé que tanto yo como los demás estábamos a salvo dentro de ese universo espiritual, en los brazos eternos de Dios.
Para disipar el temor pensé en las palabras del Salmo 91, que me resultan poderosas y tranquilizadoras. Al llegar a los versículos tercero y cuarto, sentí que el temor comenzaba a disminuir y luego desaparecía. "El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad".
A continuación, necesitaba reprimir la intensa curiosidad que sentía por lo que estaba ocurriendo, para poder contemplar la actividad y el propósito de Dios, el Espíritu divino. Como este hecho se desarrolló durante dos horas, tuve que hacer un verdadero esfuerzo para no prestar más atención a lo que estaba ocurriendo que a los hechos espirituales en los que me estaba apoyando para ayudarme a mí mismo y a los demás.
Estaba consciente de las instrucciones que se encuentran en Ciencia y Salud, "Percibid la presencia de la salud y la realidad del ser armonioso, hasta que el cuerpo corresponda a las condiciones normales de la salud y la armonía".Ciencia y Salud, pág. 412. Para mí, esto quería decir que necesitaba afirmar la presencia de Dios y Su armonía, aunque las condiciones materiales parecieran amenazantes. Tales verdades espirituales traerían el poder necesario para transformar la escena humana. Era evidente que los delincuentes intentaban hacer una declaración política, forzando a la compañía a aceptar sus demandas. Había también factores raciales en esa conspiración.
Recordé las innumerables historias descritas en la Biblia, de personas que se salvaron al confiar en el poder de Dios. Recordé a Eliseo, que había sido amenazado de muerte por el rey de Siria, acto de violencia motivado por el ansia de poder, la venganza y también por motivos políticos. Eliseo tenía tanta seguridad de que era un profeta enviado por Dios, que pudo consolar a su sirviente con estas inmortales palabras: "No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos". 2 de Reyes 6: 16. Después, el sirviente comprobó que las fuerzas del bien lo habían protegido realmente, tanto a él como a su amo. Y estuvieron a salvo.
Pensé que era importante que mirara más allá de la situación y percibiera el poder de Dios que nos estaba rodeando. También tenía que darme cuenta de que ante el poder y la totalidad de Dios, el mal carece de poder y que por lo tanto, no tenía por qué esperar ningún resultado aterrador.
Hombres armados habían ocupado el edificio
Mi tarea consistía en reconocer el poder de Dios, Su bondad, Su amor por todos Sus hijos y Su control absoluto en ese instante y en el mismo lugar donde estaba mi oficina.
Por último, y quizás lo más difícil, debía orar por los maleantes. Tenía que adquirir cierto grado de compasión por ellos y reconocer que su deseo de seguridad y aceptación personal, política y financiera ya estaba satisfecho por Dios, y que lo más importante era su relación con Él. Tan pronto vi la situación desde este punto de vista, ya no me sentí una víctima.
Se produjo un cambio radical en mi pensamiento. Era necesario poner al descubierto y sanar el odio que expresaban estas personas. ¡Uno podría decir que habían venido al lugar correcto! Ciencia y Salud afirma: "El odio humano no tiene mandato legítimo ni reino. El Amor está entronizado".Ciencia y Salud, pág. 454. Necesitaba poner al Amor divino en un pedestal en mi pensamiento.
Oré entonces para entender que la verdadera individualidad espiritual de esas personas era la imagen y semejanza de Dios manifestada, y que nada podía impedir que ellos lo comprendieran así. Estaban bajo el control del mismo Dios que me estaba controlando a mí y, como Sus hijos, deseaban la paz y la armonía tanto como yo. Ésta es la clase de amor que más se necesita en incidentes como éste, y a veces parece el más difícil de expresar.
Resultó que hicieron un acuerdo pacífico. El comando de operaciones especiales de la policía aisló a los terroristas en una oficina mientras evacuaban el resto del edificio. Finalmente la policía logró convencerlos de que abandonaran sus planes, los arrestaron y nuestro presidente salió ileso. Todos nos sentimos aliviados y agradecidos de que no hubiera habido pérdida de vidas; pero lo más interesante fue ver el impacto profundo y revitalizador que este incidente tuvo en la organización.
Las soluciones espirituales pueden terminar con la violencia. Nuestras oraciones juegan un rol muy importante en la prevención del crimen, independientemente de donde estemos. Cada vez que oramos y trabajamos en favor de la paz, ayudamos verdaderamente a que el mundo sea un lugar mejor.
