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Sana de dolor de garganta

Del número de febrero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una noche, al acostarme, me empezó a faltar el aire. Pensé que era algo sin importancia, pero luego se volvió algo muy molesto.

Con papá comenzamos a orar. Al principio me costaba concentrarme porque creía que ese malestar era verdad, pero luego fui entendiendo que era sólo una mentira. La verdad es que era sólo una mentira. La verdad es que yo soy una hija de Dios. Él me hizo perfecta y me ama, de modo que Dios jamás puede permitir que me enferme.

Poco a poco fui quedándome dormida y desperté al día siguiente bien, pero con un pequeño dolor de garganta. Con papá leímos algunos versos de agradecimiento y alabanzas de los salmos en la Biblia, y agradecimos la curación pasada. Enseguida el dolor desapareció. También leímos en un Heraldo que dar testimonios ayuda a otras personas. Y eso lo tengo en cuenta para que no me dé vergüenza hablar en las reuniones de los miércoles, donde la gente se reúne en las iglesias de Cristo, Científico, para dar testimonios de curaciones.

Estoy muy agradecida a Dios.


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