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En busca del hombre ideal

Del número de febrero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante las Olimpíadas, las imágenes desde una cámara distante mostraban la multitud de gente que asistía a los juegos. Si alguien le hubiera preguntado si eran hombres o mujeres, usted habría respondido que había "tanto hombres como mujeres". Al ajustar el teleobjetivo y mirar un poco más de cerca, se podía ver claramente que la multitud estaba compuesta de hombres y mujeres, de niños y niñas.

Es importante tener una perspectiva completa de la vida, pero esto no puede y nunca debería oscurecer las diferencias tan específicas que existen entre los hombres y las mujeres. Del mismo modo, el cambio que el tiempo y las costumbres producen en las funciones que cumple cada uno de ellos, tampoco puede disminuir la importancia que tienen por sus naturalezas tan propias y las contribuciones que hacen individualmente.

Se ha propuesto una serie de televisión basada en un best-seller que con mucho humor sugiere que los hombres y las mujeres provienen de diferentes planetas. A menudo nos tropezamos con las diferencias en la manera de pensar y de ver las cosas que tienen los dos sexos. Una amiga mía que forma parte de la comisión directiva de una escuela, hace poco me comentó que hubo una votación en la cual todas las mujeres votaron de una manera y todos los hombres de otra, aunque no se trataba de ningún asunto sobre hombres y mujeres.

Los estudios que se han hecho sobre los niños pequeños han demostrado que los varones automáticamente eligen juguetes diferentes de los que eligen las niñas. Esa distinción continúa en la edad adulta, como lo demuestra, por ejemplo, la manera en que hombres y mujeres cuidan el uno del otro. Hace unos años, una mujer se estaba quejando de la manera en que su marido la trataba cuando ella no se sentía bien. Mi esposo le dijo: "Cuando él no se siente bien lo más seguro es que usted le lea algo, le lleve sopa de pollo a la cama y lo cuide, ¿no es así?" Ella asintió con la cabeza. Y luego él continuó: "Y por lo general usted sigue trabajando, aunque no se sienta bien. Pero si no lo hace, él se asoma por la puerta del dormitorio y le dice: 'Te sentirías mucho mejor si te levantaras y siguieras como si nada'". La mujer lo miró con los ojos bien abiertos y le preguntó: "¿Cómo conoce usted a mi marido?" Por supuesto que no lo conocía, pero sabía muy bien que un hombre reaccionaría de ese modo.

Ya sea que las diferencias sean graciosas o extremadamente serias, siempre se ha tratado de determinar esas diferencias partiendo de la naturaleza física del hombre, como es el estudio de los lóbulos cerebrales. ¿Pero no será que en muchas instancias, estamos tratando de determinar humanamente la naturaleza divina propia de cada uno de nosotros? También puede que instintivamente estemos tratando de alcanzar la verdadera cualidad de ser hombre o mujer.

En la definición espiritual de "Yo o Ego", Ciencia y Salud muestra que la naturaleza tan distintiva del hombre y de la mujer es eterna. La misma dice en parte: "...el hombre y la mujer, inalterados para siempre en sus caracteres individuales, al igual que los números, que jamás se mezclan entre sí, aunque están gobernados por un mismo Principio".Ciencia y Salud, pág. 588. Cuando se aparta la situación del punto de vista sexual, de los lóbulos cerebrales o psicológico, se la sitúa en el reino de lo espiritual y mental, demostrando que la Mente divina, la inteligencia del universo, es totalmente buena y esa Mente se expresa en la naturaleza real y espiritual tanto del hombre como de la mujer.

Otro texto de Ciencia y Salud, dice: "El hombre ideal corresponde a la creación, a la inteligencia y a la Verdad". Ibid., pág. 517. En una ocasión mi esposo y yo estábamos en una ferretería eligiendo unas pinturas. De pronto el dueño del negocio dijo una mala palabra. De mi limitado conocimiento del tema, yo sabía que no era la peor palabra que podía haber usado, no obstante noté que la cara de mi esposo se había transformado. Como yo continué mirando la pintura, haciendo como que no había escuchado nada, se tranquilizó. Él estaba preparado para llamarle la atención al hombre.

El aferrarse y defender el honor y la verdad, así como el caminar por los límites de su propiedad para protegerla, parecen ser cualidades inherentes a los hombres de carácter. Era justamente esa cualidad del carácter lo que hacía que los hombres retaran a duelo cuando se los llamaba mentirosos. Claro que uno podría enfrentar otro tipo de batalla si enfrentara a una mujer cuestionando su hermosura, o su capacidad para ser una buena madre, porque la oración después del hombre ideal dice: "La mujer ideal corresponde a la Vida y al Amor". Y es bueno aclarar que "ideal" quiere decir "mental".

El hombre y la mujer tienen muchas cualidades en común, como son la compasión, la ternura, la bondad, la fortaleza y otras. Pero cada uno tiene una manera muy característica de expresarlas en el reino de Dios. Como ejemplo, podemos pensar en el majestuoso roble y en el hermoso jacarandá con sus bellísimas flores. Los dos tienen troncos, corteza, follaje, fuertes raíces, y muchas otras cosas en común. Su nombre genérico es árbol, pero los aspectos específicos de ese nombre varían. Puede que los dos den sombra, pero uno no puede ocupar el lugar del otro, y el hacerlo sería una pérdida muy grande para la naturaleza.

Del mismo modo, una mujer no puede ocupar el lugar de un hombre por más liberada en su carrera profesional que sea. Por su naturaleza tan distintiva, él tiene una contribución muy especial que hacer. Lo que se necesita hoy son hombres (y mujeres también) que no tengan miedo de explicar su naturaleza espiritual. Hombres que puedan elevar espiritualmente situaciones que requieren de su propia casta especial de honor y honestidad, más allá de los duelos o guerras por defender tierras, hacia la exploración de lo que significa realmente ser un hombre, ser el hijo de Dios.

Jesús fue el hombre más poderoso que el mundo haya conocido jamás. Cuando calmó una tormenta violenta, la gente se maravilló: "¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen". Marcos 4:41. Sí, él era el hombre más poderoso del mundo, no obstante, el acto más físico que cometió fue sacar a latigazos a los cambistas fuera del templo porque estaban insultando un lugar donde se honraba a Dios. "No hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado". Juan 2:16. Él comprendía lo que significa honrar a Dios, honrar el verdadero ser y el verdadero hombre, y lo puso en práctica sanando a los enfermos, reformando al pecador y resucitando a los muertos.

En su Mensaje para 1901, la Sra. Eddy explica la situación y los aspectos específicos de la siguiente manera: "Más aún: siendo Dios Mente infinita, Él es el Padre-Madre, del todo sabio, omnisapiente y todo amor, pues los hizo varón y hembra como declaran las Escrituras; entonces nuestro Padre-Madre celestial — la Mente divina — ¿no incluye acaso dentro de esta Mente los pensamientos que expresan las distintas mentalidades del hombre y de la mujer, por las cuales podemos decir lógicamente: 'Nuestro Padre-Madre Dios'? Y ¿no conoce y satisface este Padre-Madre celestial las distintas necesidades de la mente individual, como declaran las Escrituras que Él lo hará?"Mensaje para 1901, pág. 7.

Todos podemos ser descubridores, explorando las dimensiones espirituales de la vida con sus maravillosas perspectivas de la naturaleza, el carácter y la vida espiritual. El mundo necesita hombres que estén dispuestos a escalar la cima de este tipo de descubrimiento y a alcanzar la calidad más verdadera del hombre.

De la misma manera, las mujeres deberían aproximarse a lo que es realmente la mujer ideal, para que la creación de Dios pueda ser mejor expresada aquí y ahora, y nuestro Padre-Madre, Dios, honrado en nuestra vida diaria. La naturaleza espiritual del hombre y de la mujer se complementan, y presentan una idea más perfecta del universo de la Mente divina.

Con todas las dudas que existen en la vida de hoy, es más imperioso que nunca que las distinciones espirituales de la naturaleza sean reveladas. Es obvio que un hombre ideal no sólo es necesario para el mundo de hoy, sino también para la preservación de la sociedad misma.

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