Abla vive en Togo, pequeño país de África Occidental, situado en el Golfo de Guinea. Ella tiene muchas cosas que hacer todos los días. Va a la escuela y ayuda con los quehaceres de la casa. Le gusta salir a caminar y nadar en el mar con sus amigos.
Un día, Abla descubrió que algo no andaba bien. ¡Tenía los brazos cubiertos de manchas!
Al principio no les prestó atención. Pero las manchas no se iban. "¿Qué debo hacer?", se preguntó. "¡Puedo orar!"
Abla asiste a la Escuela Dominical de la Christian Science donde aprendió "la declaración científica del ser", por Mary Baker Eddy.Ciencia y Salud, pág. 468. Ella se sabe la letra de memoria. Su frase preferida es: "El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza".
Abla pensó: "Puesto que Dios es Espíritu y yo soy Su imagen espiritual, no puedo tener nada malo. ¡No puedo tener manchas!"
Ese pensamiento la tranquilizó. Se aferró a ese mensaje el resto del día.
A la mañana siguiente, Abla se preparó para ir a la escuela. Mientras se vestía descubrió que las manchas de los brazos habían desaparecido. Corrió a darle la buena noticia a su mamá.
La mamá se puso muy contenta. Le dijo: "Ahora has comprobado por ti misma que eres la hija amada de Dios".
