En La Oficina había todo un revuelo. Nuestro supervisor había dado una orden que a nadie le gustaba. Todos estaban descontentos. Si bien no pensaban que la decisión fuera inmoral o falta de ética, sí la encontraban disparatada e innecesaria. Luego me llegó el turno a mí de cumplir con la nueva directiva.
Comencé la mañana leyendo la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Christian Science, pero me resultaba imposible concentrarme en lo que estaba leyendo, por lo tanto, oré pidiendo la guía de Dios. Mientras oraba con todo mi corazón me vino el pensamiento de que la Lección contenía el pan de cada día que yo necesitaba para desempeñar mis actividades.
La Biblia estaba abierta en la historia de Salomón, quien fue rey después de la muerte de David, su padre. Salomón le pidió a Dios un corazón entendido para juzgar con sabiduría a su pueblo. A Dios le agradó su petición y le dijo: "...Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido..." 1 de Reyes 3:11, 12.
Me llamaron la atención las palabras "la vida de tus enemigos". Yo no quería de ningún modo la muerte de mi supervisor. "Está bien," — pensé— " pero quieres que se mueran sus opiniones y que vivan las tuyas". Fue entonces cuando me di cuenta de que el problema era creer que en el reino de Dios podía haber puntos de vista antagónicos.
Puede que a veces seamos tentados a llevar a cabo una determinada acción porque tenemos a alguien en tan alta estima que pensamos que su opinión es superior a la nuestra. Y otras veces rechazamos una idea valiosa sólo porque proviene de alguien a quien no valoramos lo suficiente. Sin embargo, la Sra. Eddy escribe: "En la Christian Science la mera opinión no tiene valor".Ciencia y Salud, pág. 341. Todas las ideas correctas tienen su origen en Dios, la Mente divina. Si seguimos la guía de la Mente sabremos la manera acertada de expresar estas ideas en nuestra vida diaria.
En la Ciencia del ser solo hay un Dios, por lo tanto una sola Mente, no muchas mentes que expresan distintas opiniones. La Mente divina es imperturbable. El hombre, la verdadera identidad de cada uno de nosotros, tampoco puede ser perturbado. La voluntad de Dios es la única voluntad que existe, y sólo se hace Su voluntad. Al admitir esas realidades espirituales, mi preocupación se desvaneció y me sentí en paz.
Me fui al trabajo muy contenta. Sabiendo que Dios estaba gobernando a cada una de Sus ideas, procedí a cumplir la orden en tranquila obediencia a la autoridad establecida. Si esta actividad no estaba de acuerdo con la dirección divina, el Amor haría las correcciones necesarias. En ese mismo momento, llegó el supervisor y dijo: "No tiene que hacer eso. No lo vamos a hacer más de esa forma". Quedé maravillada ante la habilidad de Dios para ajustar lo necesario y asegurar que haya armonía y orden entre Sus hijos. Ese procedimiento en particular nunca más volvió a mencionarse.
¡Qué importante es desprenderse de la voluntad humana y confiar en la voluntad divina! No siempre es fácil, especialmente cuando creemos tener una mejor forma de hacer las cosas. Someternos a la voluntad de Dios puede ser un gran esfuerzo pero la recompensa es segura porque Su voluntad es bendecir a todos.