En La Oficina había todo un revuelo. Nuestro supervisor había dado una orden que a nadie le gustaba. Todos estaban descontentos. Si bien no pensaban que la decisión fuera inmoral o falta de ética, sí la encontraban disparatada e innecesaria. Luego me llegó el turno a mí de cumplir con la nueva directiva.
Comencé la mañana leyendo la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Christian Science, pero me resultaba imposible concentrarme en lo que estaba leyendo, por lo tanto, oré pidiendo la guía de Dios. Mientras oraba con todo mi corazón me vino el pensamiento de que la Lección contenía el pan de cada día que yo necesitaba para desempeñar mis actividades.
La Biblia estaba abierta en la historia de Salomón, quien fue rey después de la muerte de David, su padre. Salomón le pidió a Dios un corazón entendido para juzgar con sabiduría a su pueblo. A Dios le agradó su petición y le dijo: "...Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido..." 1 de Reyes 3:11, 12.
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