Cuando Aviso que voy a tomar una prueba de matemáticas, casi siempre oigo un coro de protestas de mis estudiantes, seguidas del pedido "¡Tenga consideración!" Esto significa: "Que sea un escrito fácil así no tenemos que estudiar mucho".
Los estudiantes que me han tenido como profesora saben que no deben esperar una prueba fácil. Así que quizá no sea yo muy considerada. Sin embargo, quiero lo mejor para ellos y un semestre de pruebas escritas fáciles, a la larga no los beneficia en nada.
Esto lo comprendo porque cuando yo era estudiante a menudo quería tomarme un descanso también. Pero los profesores que recuerdo con más respeto y gratitud son los que esperaban óptimos resultados, ayudándonos fundamentalmente a desempeñarnos mejor de lo que nosotros esperábamos. Las demandas de estos profesores me beneficiaron mucho más que otros.
Como profesora quiero llevarme bien con mis estudiantes, pero también deseo incentivarlos. Créame, es más fácil hacer amistad con los estudiantes cuando no se les pide que hagan deberes difíciles. A menudo me pregunto: "¿Por qué no hacer que estas tareas sean más fáciles?" La respuesta es el amor.
Hay una clara diferencia entre ser considerado y amar. El ser considerado puede traer un consuelo temporario a la situación pero no provee ese amor genuino que nos impulsa a ser mejores de lo que somos. Ser considerado sólo requiere actuar con educación y ayudar a que las cosas resulten más fáciles, mientras que amar implica alentar a los demás para que se fortalezcan, (física, espiritual o intelectualmente) aun cuando sea difícil.
La Biblia nos muestra muchos ejemplos donde Jesús expresaba el Amor divino hacia los demás y no mera consideración. Con frecuencia, ese amor venía con demandas. Por ejemplo, cuando un hombre rico y respetuoso de la ley se acercó a Jesús en busca de una guía para vivir una vida basada en sólidos principios, Jesús le dijo que dejara todos sus bienes, tomara su cruz y lo siguiera. Véase Marcos 10:17-22. Eso lo entristeció. Tal vez hubiera sido más considerado de parte de Jesús decirle: "Estás haciendo lo correcto. No pienses demasiado en esas cosas". El hombre se habría ido más aliviado pero sin ese crecimiento espiritual que trae gozo y bienestar permanente. Jesús realizó uno de los actos de amor más grandes que alguien puede hacer por otros: ayudarlos a desprenderse de las limitaciones auto impuestas para que puedan obtener mejores resultados y crecer más espiritualmente.
Al hablar del amor, la Sra. Eddy escribe: "Primero es el deseo sobre toda otra cosa de ser semejante a Cristo, de ser compasivo, misericordioso, abnegado y preocuparse por la salvación de los demás". Ivonne Caché von Fettweis y Robert Townsend Warneck, Mary Baker Eddy: Christian Healer, pág. 175. El deseo de caer bien personalmente puede en realidad impedirnos expresar el Amor divino. Especialmente si el temor a disgustar a los demás se antepone al deseo de fomentar su crecimiento espiritual.
Expresar verdadero afecto es ver al otro como el hijo de Dios con infinito potencial. Rebajar nuestras expectativas en un esfuerzo por ser querido en forma personal, podría coartar los logros del otro y limitar su verdadera individualidad como expresión de Dios. Dar una vía para escapar de la situación no es generalmente una acción basada en el deseo abnegado de ayudar al otro en su crecimiento. Ese deseo desinteresado debería impulsar, en cambio, los pasos necesarios para ayudar a los demás a liberarse de las expectativas limitadas y a elevarse más.
Desde que adopté este punto de vista he reprobado a estudiantes que sentí que lo merecían. Al principio sufrí mucho al tomar tal decisión, pero luego me di cuenta de que era lo mejor que podía hacer porque en realidad no habían aprobado el examen y al reprobarlos los estaba forzando a que comprendieran el material necesario para poder avanzar. Con el tiempo, algunos de esos estudiantes me han dado las gracias por interesarme tanto en ellos. Parecían algo avergonzados y se disculpaban por no haber estudiado lo suficiente, pero también parecían haber entendido que podían mejorar su trabajo. Al final, terminamos teniendo una buena amistad.
La consideración palidece ante el amor que ayuda realmente a los demás. Ser considerado puede parecer más fácil, pero expresar amor nos bendice a todos.