Alo Largo de los años he resuelto muchos problemas de salud aferrándome a la verdad de la presencia continua e infinita de Dios, y negando cualquier otro poder. Una de las curaciones fue de un continuo dolor en los hombros y espalda por lo que creía que iba a tener que operarme. En esa época fui a mi segunda conferencia de la Christian Science. Esta conferencia insistía en el hecho de que Dios es el único Padre y Madre. En aquella época tenía dos hijos pequeños que estaban viviendo conmigo en el exterior, y la mayor parte del tiempo yo era la única que estaba criando a los chicos, pues mi esposo viajaba mucho y permanecía incluso los fines de semana en su oficina. Yo me había estado sintiendo agobiada por esta responsabilidad, de modo que la firme certeza del conferenciante de que Dios es el único Padre, absolutamente capaz de cuidar a Sus propios hijos, me trajo mucha comprensión espiritual. La dolorosa condición fue disminuyendo gradualmente, en las siguientes horas, y nunca ha vuelto.
Me di cuenta de que yo tenía dominio sobre el ciclo mensual.
En otra ocasión, un fin de semana vi que tenía síntomas de gripe. Decidí llamar a una practicista de la Christian Science, que justo estaba por salir rumbo a la iglesia. Hablamos brevemente, y durante la conversación, ella negó con insistencia la sugestión de que la mala salud pudiera ser una condición contagiosa o infecciosa que pudiera atacar al hombre de la creación de Dios, el hombre espiritual, el único hombre. Ni bien colgué el teléfono, sentí que los síntomas iban desapareciendo. Me apuré para vestirme y salí corriendo a la iglesia, y llegué unos minutos antes que la practicista (yo vivo más cerca). Ella se sintió muy contenta de verme allí.
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