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Los ángeles y los exámenes

Del número de marzo de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Ciertamente los ángeles son reales, y pueden ser parte de nuestra experiencia diaria si estamos atentos a su presencia; pero no debemos imaginarlos como personas hermosas con largos vestidos o blancas plumas. En Ciencia y Salud, la definición de ángeles dice en parte: "Pensamientos de Dios que vienen al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas..."Ciencia y Salud, pág. 581.

En cierto sentido, buscar ángeles es como encender la radio. Tenemos evidencia de que las ondas que llevan la señal están constantemente a nuestro alrededor, pero si no encendemos la radio y sintonizamos correctamente la estación, no oímos nada. Si queremos percibir la presencia de los ángeles, necesitamos reconocer que Dios y Sus pensamientos siempre están presentes. "Sintonizar" a Dios, el bien, es utilizar nuestra intuición espiritual, es escuchar Sus pensamientos.

Podemos oír los pensamientos de Dios, el bien, porque somos Su imagen y lo reflejamos. Por ser Sus hijos, podemos percibir cuando se trata de una idea correcta, y saber qué curso de acción debemos tomar en una situación en particular. Dios es la Mente divina que está en todas partes, siempre a nuestro alcance y dándonos las ideas que necesitamos.

Por supuesto, necesitamos confiar en la inspiración que recibamos y estar dispuestos a seguir la dirección de Dios. Quizá seamos guiados a seguir un curso de acción que no hayamos considerado previamente, o que parezca lleno de obstáculos. Sin embargo, he aprendido que confiar en la inspiración espiritual, los mensajes angelicales, trae el bien a nuestra vida.

Una vez, cuando estaba en la universidad, percibí uno de esos mensajes. La defensa de mi tesis consistía de dos partes, una oral por la mañana y otra escrita por la tarde. Dado que me iba a graduar con un título en el idioma francés, yo estaba muy preocupada por el examen oral. En realidad, para ser honesta, ¡estaba aterrorizada! Nunca había dado un examen oral en ese idioma, sólo lo había hecho para efectos de pronunciación. Me preparé para ambos exámenes de dos maneras, estudiando el material didáctico y afirmando la verdad de que yo era el reflejo de la única Mente, Dios.

En el examen oral, me dieron a elegir qué preguntas contestar; yo estaba agradecida, ya que no tenía la más remota idea de cómo contestar a una de ellas. Después de finalizar la sesión matutina, regresé para almorzar en el edificio de la residencia de estudiantes. De pronto, se me ocurrió que quizá debiera estudiar la respuesta a la pregunta que no había podido contestar, pero me dije que no valía la pena, ya que necesitaba concentrarme en el examen escrito de la tarde. Sin embargo, la idea de que la estudiara me venía continuamente. Finalmente pensé que no debía ignorar ese mensaje tan insistente.

Imaginen mi reacción y mi profunda gratitud, cuando vi que la primera pregunta del examen escrito era exactamente la misma que había estudiado, la que no había contestado por la mañana; en el examen escrito no permitieron la elección de preguntas. Para mí, esto fue una demostración práctica de cómo el escuchar y hacerle caso a un mensaje de Dios, nos puede bendecir.

Cuando obedecemos al impulso de un pensamiento angelical, en realidad estamos demostrando nuestra unidad con Dios; estamos aprendiendo a usar nuestra intuición espiritual innata. Cuando lo hacemos y estamos dispuestos a dejar que Dios nos guíe, vemos continuamente la presencia de ángeles en nuestra vida.

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