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Nuestras convicciones y nuestra paz

Del número de marzo de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuestras convicciones y nuestra paz

Frente a conflictos internacionales, ¿podemos esperar que la paz se establezca con la mera firma de convenios que dejen a las partes contentas solo por un tiempo?

Frente a conflictos en el trabajo o el hogar, ¿puede un gesto amistoso o un regalo ser suficiente para traer paz a un problema?

En ambas instancias, estos pasos significan que existe la intención de encontrar una solución a los problemas, y es un buen comienzo. Pero, ¿no es necesario que algo ocurra en nuestros sentimientos y convicciones para que haya cambios duraderos?

Jesucristo dijo: "Mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da" (Juan 14:27). Y esto lo dijo casi al final de su paso por el mundo, después de haber demostrado sin lugar a dudas que nada se puede solucionar definitivamente sin recurrir a Dios.

El Heraldo trae este mes una sección dedicada a la paz. Y nos permite apreciar que la obra de Jesús estaba basada en un Principio divino que todos podemos practicar para solucionar conflictos.

Además, para unirnos este mes a la celebración mundial del Día Internacional de la Mujer, presentamos una serie de artículos que exponen cómo Dios sostiene prácticamente los derechos de la mujer, incluso en la esfera económica y laboral.

Asimismo, en la sección de relatos de curación, que ocupa un lugar prominente en este número, el lector podrá encontrar inspiración al leer sobre curaciones de cáncer, de una infección en el pecho, de un tumor, de coyunturas inflamadas y de hemorragias relacionadas con la menopausia. Todas ellas realizadas por medio de la espiritualización del pensamiento.

Con afecto,

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