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Sanó de los efectos de una quemadura

Del número de marzo de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Mi Esposo estaba en la marina de los Estados Unidos en Japón, vivíamos en una casa japonesa, fuera de la base naval. En ese entonces mi hijo tenía cuatro años. Aproximadamente al año de haber llegado, mi hijo y mi hija estaban conmigo mientras yo preparaba la cena, y accidentalmente mi hijo golpeó una cacerola con aceite caliente que estaba sobre la cocina, y el aceite se derramó sobre él.

Tenía el pijama cubierto de aceite y nos tomó varios minutos quitárselo. Empezamos a orar de inmediato porque sentía bastante dolor. Cantamos himnos del Himnario de la Christian Science y leímos pasajes de la Biblia y de Ciencia y Salud. Luego llamamos a un practicista de la Christian Science para que orara por nosotros. Oramos para comprender más claramente la perfección espiritual del niño como hijo de Dios, y para saber que su relación con Él no podía ser alterada.

Muy pronto recuperó la función de su pierna

Esa noche continuamos orando con diligencia, y el dolor desapareció; sin embargo, la evidencia física del problema persistía. Al día siguiente mi esposo tuvo que salir de viaje, y dado que yo enseñaba en la escuela a la que mis hijos asistían, ellos fueron conmigo. Tenía que llevar a Erik en brazos hasta su aula, porque tenía problemas para caminar como resultado de las lesiones. Los días que mi esposo estuvo de viaje, yo tuve que cambiarle el vendaje a mi hijo sola. Todos continuamos en contacto con el practicista.

Mi esposo y yo oramos de todo corazón para comprender la relación espiritual de nuestro hijo con Dios. Tal como una madre amorosa brinda atención especial y completa a su hijo, Dios cuida a cada uno de Sus hijos, y eso incluía al nuestro también. Esto significaba que nosotros podíamos confiar plenamente en que el bienestar de nuestro hijo estaba bajo el cuidado de Dios.

Después de dos días, llevé a Erik a la enfermería militar para que me ayudaran a cambiarle las vendas. Cuando llegamos, el personal médico se preocupó mucho por la condición de su rodilla, y un doctor recomendó cirugía. Sin embargo, por experiencias pasadas, yo sabía que podía confiar el cuidado de nuestros hijos a nuestro Padre-Madre Dios. Me retiré y llamé al practicista para comentar lo que había dicho el médico.

Cuando regresé, el doctor trató de convencerme de que optara por el tratamiento médico; yo sabía que estaba expresando su interés por nuestro hijo, y se lo agradecí. También le expliqué que desde hacía ya mucho tiempo nuestra familia se había apoyado en el tratamiento de la Christian Science con todo éxito, y que teníamos mucha confianza en la habilidad de Dios para sanar esa situación. Le propuse llevar diariamente a mi hijo para cambiarle el vendaje, mientras continuaba orando y apoyándome en el tratamiento de la Christian Science.

Todos los días que mi hijo y yo íbamos para que se le cambiara el vendaje, ellos expresaban su preocupación por la infección que tenía. Aunque parecía que la herida se ponía peor, nosotros continuamos orando.

Varios días después, noté que las enfermeras estaban poniendo cierta medicina en la pierna, y yo les pedí que limpiaran el área sin usar ningún medicamento. Después de que dejaron de ponerle el medicamento, y estuvimos apoyándonos sólo en el tratamiento de la Christian Science, la infección sanó completamente. Mi hijo y yo tuvimos una excelente relación con las enfermeras, y ellas fueron muy atentas.

Esta experiencia me hizo ver que cuando recurrimos a Dios, no hay necesidad de usar remedios. Poco después, Erik recobró el movimiento de la pierna y pudo hacer todo lo que acostumbraba.

A las pocas semanas, me encontré en la tienda de la Armada con una de las enfermeras. Erik estaba corriendo por todas partes, y ella comentó que estaba muy feliz de ver que él estuviera tan bien.

Dios ha sostenido y sanado a nuestra familia a través de muchas vicisitudes; hemos tenido curaciones de enfermedades, problemas del corazón y heridas causadas por caídas, sólo para mencionar unas pocas. Estamos profundamente agradecidos a la Christian Science y a Dios, que segura y totalmente cuida de nosotros y de nuestros hijos.


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