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Compartamos la música con amor

Del número de mayo de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


es concertista de piano. Ha dado conciertos de solo y de música de cámara en todo Estados Unidos y ha aparecido en escena junto a miembros de la Sociedad de Música de Cámara del Lincoln Center, la Orquesta Filarmónica de Nueva York y la Orquesta de Ópera del Metropolitan de Nueva York. También se ha presentado en programas radiales como “Keyboard Artist” (Artistas del Teclado) y “The Listening Room” (El Auditorio ) y en WETA, emisora nacional de radio de Washington, D.C.

Estudió en la Escuela de Bellas Artes y Artes Aplicadas de la Universidad de Boston, en la Escuela de Música de Manhattan y más tarde en la Escuela Juilliard. La Sra. Weber vive en la ciudad de Nueva York, donde, además de participar en conciertos, tiene alumnos particulares y enseña música de cámara.

Hace poco, conversó con respecto a su vida musical.

La música es la expresión activa del amor desinteresado.

“¡ Me encanta tocar música de cámara!”, dice la Sra. Weber. “Es el amor de mi vida. Para mí, la cualidad más importante para transmitir música es el amor, amor por la música y por sus oyentes. La música es un idioma universal, que sólo puede entenderse y apreciarse cuando el amor es su fuerza impulsora”.

“Mary Baker Eddy, de cuyos escritos he aprendido tanto, dijo una vez: ‘La música es divina’. También escribió: ‘No sólo deseo calidad, cantidad y variación en el tono, sino también la unción del Amor’”.Mensaje para 1900, pág. 11.

“Creo que mis actuaciones más brillantes fueron el resultado del entendimiento de que Dios, el Amor, es la fuente de mi expresión y que, al tocar, yo simplemente reflejo Su belleza y perfección. También me gusta pensar que la música es una canción de alabanza a Dios. La Biblia dice: ‘Bueno es alabarte, oh Jehová... por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo’. Salmo 92: 1, 4.

“Siempre recordaré un glorioso momento durante un concierto de música de cámara, cuando esa idea de alabar a Dios me resultó muy real para mí. Después del concierto, la violinista del grupo me comentó que en aquel momento pensó: ‘¡Es la esencia misma de Brahms!’

“Cuando uno comprende que la fuente de la música — la fuente de toda belleza — es Dios, una hermosa sensación de libertad lo embarga. Esa comprensión hace que las ideas necesarias para prepararse para la función nos lleguen mucho más directa e intuitivamente, sin que tengamos que idear el fraseo o preguntarnos cómo hacerlo.

“Esto es muy útil en los ensayos de música de cámara. Cuando existe la humilde disposición de escuchar las ideas de Dios en lugar de tratar de hacer las cosas ‘a mi manera’ o ‘a su manera’, descubrimos que existe una unidad de espíritu entre los músicos”.

La Sra. Weber dice que su experiencia la ha convencido de que para hacer grandes actuaciones y enseñar como se debe, es necesario ser una transparencia para la música. “Eso sólo puede lograrse”, explica. “a medida que abandonamos nuestro ego personal y dejamos que la música brille a través de nosotros”.

Un notable ejemplo de ello, agrega la Sra. Weber, es el internacionalmente famoso violoncelista Yo-Yo Ma, quien “siempre ha expresado la clase de humildad que origen a un gran compositor. Después de todo, la música es la expresión activa del amor desinteresado, y tocar un instrumento musical es una maravillosa oportunidad de olvidarnos de nosotros mismos y compartir nuestro amor por la música con nuestro público”.

La enseñanza es también parte vital de la vida de la Sra. Weber. “Comencé a enseñar desde muy joven y siempre me ha parecido una actividad gratificante que da mucha inspiración. Siento que trabajar con niños es un privilegio muy especial. Me gusta pensar que son ideas completas de Dios, y no limitarlos de ninguna forma. Son capaces de hacer mucho más de lo que su edad o antecedentes humanos harían posible.

“Volviendo a la Sra. Eddy, al referirse a Dios como Mente, ella nos da una perspectiva útil: ‘La Mente no necesita depender de procedimientos educativos. Posee de por si toda belleza y poesía y el poder de expresarlas’.Ciencia y Salud, pág. 89.

Una vez, le pedí a una joven alumna, que había estado estudiando piano durante muy poco tiempo, que me guiara en una composición en la que estaba trabajando. Aquella alumna sintió mi confianza en ella, y estuvo a la altura de la ocasión. Más recientemente, le pedí a otro estudiante que escuchara una pieza de solo que yo estaba preparando. De igual forma, me sentí maravillada por los inteligentes comentarios que hizo al respecto.

“La Sra. Eddy escribe: ‘El amor a Dios y al hombre es el verdadero incentivo en la curación y en la enseñanza. El Amor inspira el camino, lo ilumina, lo designa y va adelante en él. Los móviles rectos dan alas al pensamiento, y fuerza y soltura a la palabra y a la acción’. Ibid. pág. 454.

“Se siente una alegría indescriptible al tocar el piano y enseñar, cuando comprendemos que es Dios quien nos está impulsando, y que el Amor divino es la fuente de toda nuestra expresión”.

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