Hace Dos Años aproximadamente, me encontraba visitando a mi mamá, y comencé a sentir picazón. Me rasqué un poco y comenzó a empeorar el picor. En fin, tenía manchas rojas en todo el cuerpo y la picazón era terrible. Tuve que acostarme.
Mi mamá y mi hermana, quien también estaba presente, me atendieron con mucho amor. Ellas estaban tranquilas, pues juntas ya habían tenido muchas curaciones en la Christian Science. Después de haber dormido por un tiempo, vi sobre un estante un ejemplar del libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud. Pude levantarme para ir a tomarlo y lo abrí. Mi mirada se fijó sobre la palabra “temor” del capítulo “Glosario”: “Temor. Calor; inflamación; ansiedad; ignorancia; error; deseo; cautela” (pág. 586). Aquí se me cayó la venda de los ojos. Vivía en un estado de temor e inseguridad y no me había dado cuenta. Mi esposo tenía un nuevo empleo, con el cual yo no estaba muy contenta. Se ausentaba por mucho tiempo y, sobre todo, el trabajo me parecía muy inseguro. Además, mi hija me había dicho que se iba a vivir a un apartamento. Como tenemos una casa muy espaciosa, no veía la razón de esta mudanza.
Todo esto me preocupaba mucho. Anhelaba seguridad y estabilidad y tenía miedo del futuro. Mary Baker Eddy escribe: “Para suprimir la pretensión del pecado, tenéis que descubrirla, arrancarle la máscara, señalar el engaño y de ese modo obtener la victoria sobre el pecado y probar así su irrealidad” ( Ciencia y Salud, pág. 447). Yo pecaba al no tener completa fe en Dios. No le permitía hacer todo, porque pensaba que yo sabía lo que era justo o no para nosotros. Tenía que permitir que Dios hiciera Su trabajo. Él cuidaría de mi familia y nos daría todo lo que necesitáramos. En Romanos leí: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien...” (Romanos 8:28).
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