Cuando Pienso en el clima, siempre recuerdo algo que una amiga me dijo una vez sobre las serpientes: “Dios hizo la serpiente pero no el veneno”. Entendí que ella quería decir que lo que Dios hizo es bueno y que Su creación no es dañina ni destructiva. Es completamente espiritual, no material. Dios no puede haber hecho nada destructivo porque Él es bueno y por cierto que no crea climas destructivos. Por eso, si estamos orando debido a un desastre natural en nuestra comunidad o en nuestro país, esas oraciones deben incluir los hechos espirituales concernientes al clima.
En el libro de Isaías, la Biblia promete: “...y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero”. Isaías 4:6. Mary Baker Eddy escribe: “Todos debemos refugiarnos de la tormenta y tempestad en el tabernáculo del Espíritu”.Escritos Misceláneos, pág. 362.
Encontrar refugio contra la tormenta no significa solamente encontrar un lugar físico donde estar a salvo. Más bien quiere decir encontrar refugio en la conciencia del Espíritu, con el entendimiento profundo de que Él es completamente bueno.
El tabernáculo del Espíritu es el entendimiento espiritual de que el hombre mora en Dios, solamente. Es la convicción de que a pesar de las apariencias de lo que nos rodea, por más amenazantes que a veces parezcan, el hombre, como hijo de Dios, siempre vive a salvo en el Espíritu. En este tabernáculo o conciencia espiritual, el mal está ausente, y el bien está siempre presente; se reconoce que el mal es irreal y el bien es la única realidad. Es por eso que tenemos la autoridad para rechazar y destruir todo lo que parezca ser desemejante a Dios y al tabernáculo en el que el hombre mora eternamente.
¿Cómo buscamos refugio en el tabernáculo del Espíritu? La Sra. Eddy indica el camino cuando escribe: “La Ciencia Cristiana revela a Dios y a Su idea como el Todo y Único. Declara que el mal es la ausencia del bien; en tanto que el bien es Dios siempre presente, y que, por lo tanto, el mal es irreal y el bien es todo lo que es real. La Ciencia Cristiana dice a la ola y a la tempestad: '¡Calla!' y hay una gran bonanza”.Retrospección e Introspección, pág. 60. Quedarse en el tabernáculo del Espíritu, Dios, significa quedarse mentalmente en el “ahora” de las cosas, ver que la creación de Dios es perfecta ahora, y está bajo Su control ahora.
Hace poco, un amigo mío le pidió a una practicista de la Christian Science que lo ayudara por medio de la oración porque había estado lloviendo constantemente por muchos días y la inundación había avanzado hasta la puerta de su casa. Al principio, la practicista oró para que la lluvia cesara. Pero ésta continuó. A cada hora el paciente llamaba y decía: “Si continúa lloviendo así otra hora más, se va a inundar la casa”. Pero una hora más tarde, a pesar de que seguía lloviendo, la casa no se había inundado.
A cada hora se repetía la misma conversación. A media tarde, la practicista se dio cuenta de que no necesitaba orar para que dejara de llover. Tenía que entender espiritualmente que Dios estaba en control de la situación y que Él sólo puede bendecir. Al final del día, este señor llamó para decir: “Bueno, la lluvia no ha parado, pero el agua está retrocediendo”.
Se piensa que el clima, además de manifestarse muchas veces en formas inesperadas, es algo fortuito muy difícil de predecir. Y lo mismo se dice de los tornados. Sin embargo, Dios siempre mantiene el control de Su universo y todos sus aspectos o ideas. La creencia de que el Amor pueda permitir o en enviar algo destructivo es un error. Tales cosas no son “la voluntad de Dios”. Dios no envía tormentas destructivas; y el hombre, Su hijo, sólo puede dar testimonio del bien.
Este último punto es un elemento clave en la vida. Vemos lo que creemos. Cuando creemos que Dios envía las condiciones climáticas extremas y destructivas, tenemos la tendencia a someternos a ellas. Cuando entendemos que el hombre, y eso nos incluye a todos nosotros, mora en Dios y está bajo Su cuidado, experimentamos en mayor medida ese mismo cuidado y esa calma. No tenemos por qué pagar un precio alto cuando nos enfrentamos con un clima adverso. El daño se mitiga cuando entendemos la ley de Dios y nos sometemos a ella, y no admitimos ni continuamos temiendo la creencia de que puede haber una ley opuesta a Dios.
No hay nada malo en una lluvia natural y suave. Una fuerte nevada en el tiempo y lugar adecuados, puede ser útil. Se necesita mucho sol para la vegetación y las cosechas. No obstante, ni aun cuando estas cosas se manifiestan en exceso pueden interrumpir las bendiciones. Es ahí cuando necesitamos insistir en el gobierno que tiene Dios sobre Su creación.
Una experiencia que tuve demuestra lo que el refugiarse en el tabernáculo de Dios hace por nosotros y por nuestra comunidad. Pocos meses después de habernos mudado a un nuevo barrio, comencé a orar para entender de qué manera el término Principio, otro nombre para Dios, se expresa en orden y desarrollo. Llegué a la conclusión de que la dirección de Dios era infalible y, por lo tanto, beneficiosa para todos. Ese día mantuve esas ideas muy dentro de mi corazón. Durante la tarde noté que afuera había oscurecido y estaba todo en silencio. Yo no tenía miedo porque sentía una firme confianza en el poder de Dios y en Su gobierno. Cuando más tarde me llamó mi esposo para preguntar si había pasado algo fuera de lo común, le contesté que no.
Entonces me explicó que un tornado había afectado una zona al oeste, muy cercana a nuestra casa, había pasado por encima de nuestro barrio y vuelto a bajar nuevamente muy cerca y hacia el norte. Había dañado algunas propiedades pero no había ningún herido. Al otro día leí en la prensa que cuando el tornado tocó tierra por segunda vez, fue sobre el patio de una escuela e hizo explotar los vidrios de las ventanas pero tampoco hubo heridos, porque el director de la escuela, sin saber lo que se avecinaba, había ordenado realizar una práctica de protección contra tornados en el momento preciso. O sea que los niños, al escuchar la alarma, reunieron los pupitres en el centro del aula para alejarse de las ventanas y se escondieron debajo de los mismos cubriéndose la cabeza. Fue una muestra de la protección que Dios brinda a Sus pequeños.
Nuestras oraciones, ya sea por los granjeros locales o por un país del otro lado del mundo, son beneficiosas cuando recordamos que nosotros no controlamos el clima, Dios lo controla todo. Nuestro trabajo consiste en dar testimonio de Su poder y demostrar Sus leyes del bien. En el tabernáculo del Espíritu, Dios, la conciencia de Su gran poder y bondad, encontramos paz, calma y seguridad.