El Salmo No 70 tiene este subtítulo “Al músico principal. Salmo de David, para conmemorar”. Y aconseja: “Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación: engrandecido sea Dios”. Salmo 70:4. El profeta Samuel, recordando la ayuda divina, puso una piedra en conmemoración y dijo: “Hasta aquí nos ayudó Jehová”. 1 Samuel 7:12. Y estas palabras de Cristo Jesús ciertamente nos hacen recordar y reconocer la fuente divina que está activa en nosotros para el bien: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre”. Juan 5:19.
Cuando reconocemos lo que el Padre ha hecho en tantas curaciones que hemos presenciado, permitimos que la gratitud por esas curaciones crezca para que aprendamos sus divinas lecciones. Descubrimos de nuevo lo bueno que es Dios y lo universales que son Sus bendiciones. Obtenemos una mayor confianza en la actividad del Cristo como el eterno poder salvador de Dios que revela la perfección de Su creación, y destruye toda evidencia de mala salud, comportamiento no civilizado e inmoralidad. Cuando reconocemos que Dios está actuando constantemente, nuestras oraciones son fortalecidas para bendecirnos no sólo a nosotros, sino a todo aquél que busca la ayuda de Dios.
A comienzos de mi práctica de la Christian Science, una amiga me pidió que le diera tratamiento mediante la oración en la Christian Science, para que sanara de una enfermedad aparentemente seria.
Al principio le dije que no, porque ella estaba tan grave que me pareció que necesitaba alguien con mucha más experiencia que yo. No obstante, ella me pidió que orara por mi decisión, y al hacerlo fui guiada a tomar el caso. Comencé a orar con mucho entusiasmo, y al principio no me sentí desalentada cuando no parecía haber signos de recuperación. Pero día la día la condición de mi amiga fue empeorando.
Una mañana, después de dejar a los niños en la escuela, no me apuré para regresar a casa a atender el teléfono, como hacía normalmente, sino que estacioné mi auto en un lugar tranquilo, y me quedé allí sentada. Me humillé ante Dios, y pregunté: ¿Qué hice mal? ¿En qué fallé? Me vino el siguiente pensamiento: “No eres tú quien tiene que hacer que la Verdad actúe”. Me di cuenta de que no era mi oración la que producía la acción sanadora de la Verdad. Mi trabajo consistía en ser un testigo leal y constante de la autoridad y la actividad permanente de la Verdad. No tenía que hacer que las verdades espirituales que estábamos declarando se manifestaran. Simplemente tenía que reconocerlas, dando testimonio de la supremacía absoluta de Dios, de la Verdad misma, y la salud e indestructibilidad de Su linaje hecho a Su semejanza. Fue como si me quitaran un gran peso de encima, y con alegría y gratitud recordé muchas de las verdades sanadoras que se nos habían revelado durante las semanas de tratamiento.
Mi amiga me llamó por la tarde temprano. Hubo un par de veces antes de que me llamara en que me sentí tentada a dudar del poder de esa inspiración que recibí en el auto. Pero muy dentro de mí sentí que había sido esencial que me arrepintiera de un falso sentido de responsabilidad, porque estaba deshonrando a Dios en lugar de adorarlo.
Cuando mi amiga llamó, su voz se escuchaba animada y confiada. Me dijo que había pensado que si todas las verdades sobre Dios y ella eran ciertas, era hora de que mi amiga comenzara a actuar de acuerdo con ellas. Si bien hacía semanas que no salía de la casa, decidió ir a almorzar con su hija. Poco después de esto se recuperó totalmente, y repuso parte del peso que había perdido. Las dos habíamos aprendido que no teníamos que hacer que actuara la Verdad. Teníamos que pensar y actuar de acuerdo con las verdades que se nos revelaban en nuestras oraciones. Teníamos que recordar esas verdades y estar agradecidas por ellas. Debíamos ceder a lo que el tratamiento mismo atestiguaba del poder omnipresente y supremo de Dios.
Dios ilumina nuestra comprensión espiritual.
En el capítulo “La práctica de la Ciencia Cristiana” en Ciencia y Salud, hay un párrafo que revela el carácter y el estado mental que deben tener quienes desean ser sanadores. Primero, el párrafo denuncia la actitud farisaica, llena de justificación propia, “con la arrogancia de la jerarquía y el alarde de la erudición”. Luego presenta la forma de buscar y encontrar al Cristo, “desde la cumbre de la consagración devota, con óleo de alegría y perfume de gratitud, con lágrimas de arrepentimiento y con esos cabellos todos contados por el Padre”.Ciencia y Salud, pág. 367. Junto a este párrafo se encuentra el título marginal “Gratitud y humildad”, y el párrafo se refiere al relato que se encuentra en Lucas 7:36 — 50.
La experiencia que relaté me hizo sentir mucha humildad. Impulsó una profundización de consagración y una ampliación de alegría y gratitud. En cierta manera sentí que incluso los cabellos de mi cabeza estaban contados por el Padre para Su uso, Véase Mateo 10:30. y que Él cuidaría de cada detalle de mi obra sanadora, que necesariamente incluía mi propia regeneración.
Quienes estén contemplando la posibilidad de ayudar a los demás por medio de la práctica pública, pueden tener la seguridad de que nunca estarán solos, puesto que Dios los gobierna y los cuida. El poder de la sabiduría infinita y divina los perfecciona para este ministerio. Cuando cedan a Su sabiduría, verán que Dios iluminará continuamente su comprensión espiritual y vivificará su amor desinteresado, a fin de que tengan una práctica pública que dé resultados. El primer capítulo del libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud, dice: “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios — una comprensión espiritual de El, un amor desinteresado”.Ciencia y Salud, pág. 1.
Estar en la práctica pública de la Christian Science es una manera de ocuparnos en nuestra propia salvación. Puesto que no sanamos mediante una habilidad personal, sino recurriendo de todo corazón a Dios como hacía el Maestro, de cada curación obtenemos mayor comprensión del cuidado que Dios brinda a todos Sus hijos en toda situación. De este modo edificamos un monumento sólido en honor de la curación espiritual, que nos da la inspiración que necesitaremos en nuestro futuro trabajo.
El libro de texto promete: “Por los argumentos verídicos que uséis, y especialmente por el espíritu de Verdad y Amor que abriguéis, curaréis a los enfermos”. Ibid., pág. 418. Muchos han descubierto que la gratitud es esencial para mantener ese “espíritu de Verdad y Amor”. El recordar el bien que hemos recibido nosotros y los demás, guía naturalmente nuestro pensamiento hacia la fuente del bien, que es Dios, y hacia el poder del Cristo, la idea de Dios que salva.
En sus instrucciones sobre los “Testimonios”, la Sra. Eddy escribe en el Manual de La Iglesia Madre: “El testimonio sobre la curación de los enfermos es sumamente importante. Más que un mero relato de bendiciones, escala el pináculo de la alabanza e ilustra la demostración del Cristo ‘que sana todas tus dolencias’ (Salmo 103:3)”.Manual, Art., VIII, Sec. 24. El elevar la gratitud más allá de ser un “mero relato de bendiciones” hacia la alabanza a Dios, tiende a impedir que estemos pensando una y otra vez en los detalles del problema que sanó, pues esto perpectuaría el recuerdo de la dificultad. De este modo, sólo nos queda el recuerdo del bien que hemos recibido, el cual impide que el mal se repita.
En una nota de gratitud, la Sra. Eddy escribió: “Qué es la gratitud sino una poderosa cámara oscura, una cosa que enfoca a la luz donde el amor, la memoria, y todo lo que se encuentra dentro del corazón humano está presente para manifestar luz”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 164. Puesto que la gratitud nos recuerda no sólo nuestras propias experiencias, sino los relatos de curaciones que se publican en las publicaciones periódicas y libro de texto de la Christian Science, incluyendo la Biblia, una gran luz sanadora ilumina toda condición adversa. Esta luz de la Verdad pone al descubierto el error y lo destruye, revelando la hermosa creación de la Verdad que por un tiempo había estado oculta.
Cristo Jesús enseñó e ilustró como nadie lo ha podido hacer, la totalidad y unicidad de Dios. Aun más, prometió el Consolador, que nos recordaría todas sus enseñanzas. Véase Juan 14:26. Este recordatorio nos hace sentir una profunda gratitud que no necesita de una instancia específica para manifestarse. Cuando el Consolador, la Ciencia divina, nos hace percibir la presencia y el poder de Dios, la alabanza brota naturalmente de nuestros labios.
Esta gozosa alabanza a Dios nos libera de cualquier sensación de agobio que pueda surgir como consecuencia de obedecer el mandato de Cristo de sanar al enfermo. En realidad, el sanar a los enfermos como Jesús lo estableció y como el Consolador explica, sin medios materiales. trae una paz que elimina todo estrés. Como explica Ciencia y Salud: “La Ciencia Cristiana silencia la voluntad humana, calma el temor con la Verdad y el Amor e ilustra la acción espontánea de la energía divina en la curación de los enfermos”.Ciencia y Salud, pág. 445.
La curación de los enfermos es un paso esencial en el progreso de la humanidad hacia la superación del enemigo final, la muerte. Con cada curación estamos probando el poder de Dios, la Vida divina, y la naturaleza espiritual e indestructible de cada uno como expresión de Dios. El valor de recordar con gratitud la Vida eterna, está indicado en un Estatuto del Manual, “Observancia de la Pascua de Resurrección”: “En los Estados Unidos, los miembros de La Iglesia Madre no celebrarán de una manera especial la Pascua de Resurrección, ni será motivo de festejos ni de intercambio de regalos. La gratitud y el amor deberían reinar en todo corazón cada día de todos los años. Las sagradas palabras de nuestro amado Maestro: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos’, y ‘Sígueme tú’ instan al diario esfuerzo cristiano de manera que los vivientes ejemplifiquen a nuestro Señor resucitado”.Manual, Art. XVII, Sec. 2.
¿Qué mejor recuerdo sanador puede haber, que el del triunfo de la Vida sobre la muerte y del Amor sobre el odio y el temor, el triunfo del Espíritu, la Mente, sobre la materia y el error? A medida que nos dedicamos diariamente a celebrar la gran victoria de la resurrección del Maestro, nos transformamos en humildes testigos de las verdades que él enseñó, y esto nos prepara para seguir mejor su ejemplo. Nos prepara para dar un tratamiento en la Christian Science que sana rápidamente. Por el contrario, la memoria humana indisciplinada, es un elemento frívolo del pensamiento que opera a menudo sin nuestro consentimiento o deseo. El permitir que el Cristo discipline nuestro pensamiento y lo inunde con la luz de la Verdad, nos permite responder a cualquier llamado de ayuda sin tener que limpiar primero nuestra casa mental.
En una era tan sobrecargada de información, no nos deberíamos sorprender ni sentir perturbados por la frecuencia con que necesitamos recurrir al Consolador para recordar las cosas espirituales. Un himno que se encuentra en los himnarios narios de muchas denominaciones religiosas, dice en parte: “A Ti te necesito, oh, mi Dios amado, bendíceme ahora”.Himnario de la Christian Science, No 137. El hecho de recurrir con frecuencia y con la humildad de un niño al Padre para ver lo que Él ha hecho y está haciendo, convierte nuestra vida diaria en un testigo poderoso y sanador de la supremacía del bien, en una luz que no se puede esconder.