Abraham Lincoln dijo en su discurso de Gettysburg en 1863 que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no iba a desaparecer de la tierra. Estaba bien claro en la mente del estadista que la responsabilidad de gobierno competía a todos los ciudadanos, pero, ¿es esto algo impracticable en nuestros días?
La oración, que reconoce a Dios como el supremo Gobernador de gobiernos, es una herramienta eficaz para poner en práctica nuestra responsabilidad de ciudadanos. Y es apreciada por aquellos que están en cargos de gobierno. A tal punto que no hace mucho el presidente Jorge Batlle de Uruguay le pidió a un grupo de ciudadanos que oraran por su gobierno. Estos ciudadanos le habían regalado al presidente el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, que enseña los fundamentos de la oración metafísica.
Este mes, el Heraldo trata el tema de la oración como elemento esencial en las funciones de gobierno, y muestra los resultados que la gente obtuvo al practicarla.
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