Mi Amigo Luis tenía un perico que se llamaba Pipo. Eran muy buenos amigos, y Luis a menudo le decía: “¡Qué nariz más grande tienes!” Muy pronto Pipo empezó a imitar a Luis, repitiendo en el mismo tono de voz: “¡Qué nariz más grande tienes!” “¡Qué nariz más grande tienes!”
Cada vez que alguien entraba en la casa de Luis, el perico decía: “¡Qué nariz más grande tienes!” Entonces la gente muy sorprendida sonreía con vergüenza, porque pensaban que el perico les estaba hablando a ellos. Algunos se tocaban la nariz para comprobar el tamaño. Otros aunque sabían que sólo era el perico el que les hablaba, secretamente se preguntaban si no sería verdad. Yo creo que incluso había gente que cuando regresaba a su casa se apuraba a mirarse la nariz en el espejo, mientras que otros preguntaban a sus amigos qué opinaban de su nariz.
El papá, la mamá y la hermana de Luis escuchaban al perico decir “¡Qué nariz más grande tienes!”, todos los días. Ellos sabían que no era verdad, así que cuando se hartaban de escucharlo, simplemente le decían:“Pipo, cállate!” Y Pipo se callaba.
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