Una De Las Primeras lecciones que aprendemos cuando estudiamos arte escénico es dominar los sentidos. Uno aprende a escuchar, por ejemplo. Para escuchar con detenimiento se requiere de esfuerzo y concentración. Si uno quiere actuar bien, necesita recibir la información libre de opiniones personales a fin de responder espontánea y honestamente. Si realmente estás escuchando, el oído se “enciende” para recibir, y el monólogo interior, tu propio diálogo, se “apaga”.
La oración nos pone en contacto con la verdad.
Pronto descrubrí que también se puede aplicar esta observación cuando uno ora. O sea que “encendemos” nuestro oído a la voz de Dios, “apagando” la nuestra. Lo mismo que la oración, para escuchar es necesario tener humildad, compromiso y concentración,
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