Hace Años Trabajaba en la primera exportadora de productos siderúrgicos, una de las más grandes empresas del país. En aquel tiempo era muy joven y tenía un puesto importante, con casi 100 personas a mi cargo, una gran oficina, y secretaria. Estaba muy orgulloso de los logros que yo había obtenido solo, sin la ayuda de nadie. Me sentía en el umbral de mi carrera, y miraba a los demás con aire de superioridad. Con el tiempo me di cuenta de que mi ego también era GRANDE.
La empresa sufrió entonces una transformación, y ya no me gustaba; pasó a manos privadas y comenzaron a echar gente. A mí me propusieron que me quedara y que echarían a seis personas de mi departamento. Pero no acepté. Así que me fui, convencido de que no sería difícil conseguir algo mejor. Pero esta vez sería sin jefes; yo sería mi propio jefe. De modo que con un ex compañero de oficina, pusimos un negocio con la ayuda de nuestras indemnizaciones. Este negocio, supuestamente, nos iba a llenar de dinero. Elegimos un muy buen lugar, que no era muy grande y no tenía aire acondicionado y en verano era muy caluroso; pero no importaba, era el mejor lugar.
A los dos meses cerca de allí abrió otro negocio igual, mucho más grande y lujoso, y el nuestro ya no era el mejor lugar. Poco a poco nos quedamos sin clientes. Ya no alcanzaba el dinero, que antes desbordaba y se gastaba, total siempre se conseguía. Y vino la desesperación, la escasez.
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