Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Crítica de cine

El tigre y el dragón

Del número de mayo de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Tigre Y El Dragón no es como esas películas de kung-fu o de artes marciales, doblada al inglés, en la que la boca de los personajes no está sincronizada con el audio. De hecho, es una película de karate incluso para quien no le gusta el karate. Es una fantasía que se desarrolla en China, en el siglo XVIII, y en la cual los personajes mágicamente pueden desafiar la ley de la gravedad para deslizarse por un bosque de bambú, o pasar rasando sobre los techos de la ciudad de Beijín, donde transcurre la mayor parte de la historia. Sorprende ver que las secuencias de acción no son violentas, sino una exquisita mezcla de gimnasia y movimientos de ballet. La coreografía es soberbia, y no tenemos ninguna duda de que los que filmaron “The Matrix” irán corriendo a sus tableros de dibujo antes de filmar la continuación de su película.

Pero lo que hace de “El tigre y el dragón” un éxito, tanto para el público como para los críticos, no son tan solo las secuencias de acción. Igualmente interesante es la historia llena de alusiones mitológicas y lecciones que aprender.

Al comienzo de la historia conocemos a Li Mu Bai (Chow Yun Fat), un gran guerrero que no puede expresar el amor que siente por Shu Lien (Michelle Yeoh). Ésta es una mujer que irradia tremenda gracia incluso cuando dirige una agencia de seguridad especializada en artes marciales. Pero toda posibilidad de paz es frustrada cuando Shu Lien descubre que han robado una espada antiquísima que estaba bajo su cuidado. Ella decide quitársela al misterioso guerrero de la máscara negra que se la llevó, aunque Li Mu Bai sospecha que su archienemigo Jade Fox puede tener algo que ver con el robo. Las investigaciones de Lien la llevan a creer que el ladrón enmascarado puede ser Jen, una joven aristócrata ansiosa de tener aventuras como una manera de escapar de un inminente matrimonio arreglado por sus padres. Descubrimos que realmente Jen ha caído bajo la malvada influencia de Jade Fox, quien trata de manipular a esta joven prometiéndole que le va a enseñar lo mejor de las artes marciales y una vida más excitante. Es el orgullo obstinado que no quiere ceder y la impetuosidad propia de la juventud de Jen, lo que la hace tan vulnerable a las manipulaciones de Jade Fox. La auto estima de Jen se basa en la destreza física y no en la comprensión de su naturaleza espiritual. Esto hace que ella piense que es invencible, y sus acciones y actitud arrogante finalmente tienen consecuencias trágicas. Incluso entonces, Shu Lien demuestra tener una enorme capacidad de perdonar que da mucha inspiración. Ella se da cuenta de que Jen es básicamente una buena persona que ha perdido de vista su verdadera identidad, por lo tanto, no tiene miedo de reprender los peores impulsos de Jen. Y le aconseja a Jen: “Cualquiera sea el paso que elijas en la vida, se leal a ti misma”.

Iniciar sesión para ver esta página

Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 2001

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.