Esta imagen de Mayukwayukwa, un campo de refugiados en Zambia, ha permanecido en mi memoria: una noche tranquila bajo un ciclo tachonado de estrellas e iluminado por la luna, el aire tibio y las luciérnagas exhibiendo orgullosamente sus luces. Los campos de maíz que rodean las casas pequeñas estaban iluminados por la luz de la luna. Así se veía el campo de refugiados donde di conferencias sobre la Christian Science.
Este mundo es completamente diferente del que conocemos en Lusaka, la capital de Zambia. La gente vive en el campo de refugiados a causa de la guerra que afecta sus países. Tuvieron que reunir a sus hijos y huir de sus hogares, dejando atrás todo lo que les era familiar. Algunos han tenido que matar para evitar ser asesinados o para salvar a sus seres queridos. Se sienten culpables y anhelan sentir la seguridad de que Dios los ama y los perdona.
Durante estas visitas al campo de refugiados, hablé con más de trescientas personas sobre la hermandad entre los pueblos y sobre las consoladoras enseñanzas de la Christian Science. Muchos de ellos asistieron después a las conferencias. La mayoría de las personas en el campo de refugiados habla francés y portugués. Yo lo hice en inglés y las conferencias fueron traducidas a esos idiomas.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!