Hace Casi treinta años, el Redactor del The Christian Science Monitor hizo una prometedora profecía ante un cautivado público de estudiantes universitarios. Al hacer un resumen de los temas internacionales, dijo que Sudáfrica tenía la oportunidad de convertirse en la primera sociedad multirracial del mundo.
Debido a mi amor por ese país y por ese continente, me he mantenido atento a esa esperanza profética. Y desde entonces, muchas cosas han sucedido para que podamos verla realizada. Para disolver el apartheid de Sudáfrica fue necesario tener valor, nobleza, conocimiento de lo que es justo, convicción espiritual y confianza en Dios. El proceso sigue, al igual que en cualquier sociedad que se desarrolla y crece.
Pero África continúa exigiendo nuestra atención. El sufrimiento y las tristes imágenes que nos llegan desde ese continente, quebrantan los corazones africanos y acongojan los nuestros. El hambre, el genocidio y las enfermedades que se viven en África ocupan más titulares de diarios que la tarea de los pacificadores y los sanadores. Pero ellos están allí, en acción, y finalmente triunfarán sobre esos males.
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