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Es protegida en un asalto

Del número de junio de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Unos Años fui asaltado. Estaba por bajar de mi auto en una zona no muy linda de Buenos Aires, cuando un señor armado se subió al coche y me puso una pistola en el abdomen. Enseguida, se subió atrás otro señor quien me puso un arma en la cabeza. Al principio me sentí muy atemorizada. Estaba sola, mi marido no estaba conmigo, no tenía teléfono. No podía gritar, porque ellos me decían que estuviera tranquila. No obstante, pude orar, pude confiar en Dios.

A lo largo de los años he llegado a comprender la importancia de expresar mucha gratitud a Dios, por todas las bendiciones recibidas, y a Cristo Jesús, por habernos mostrado el camino que debemos seguir para ser útiles, felices y sentirnos protegidos. Él nos enseñó a amar, a perdonar, a tener compasión, y sobre todo, a tener esperanza. El hecho de tener esperanza es saber que Dios es nuestro firme apoyo fiel, no importa la circunstancia que estemos viviendo, no importa la época ni en qué país vivimos, ni qué edad tengamos. Dios está siempre presente y nunca podemos estar separados de El, por lo tanto, nada malo nos puede suceder, como nos dice el Salmo 91.

Al orar en el auto para tranquilizarme, todas estas ideas inundaron mi pensamiento. De pronto, escuché que los dos hombres discutían si me dejaban bajar del auto o no. Pocos minutos después, me hicieron bajar y siguieron su camino, sin hacerme alguno.

Si bien se llevaron el coche, ocurrió algo increíble, porque ellos lo habían usado solamente para escapar. Y lo dejaron mal estacionado en un lugar de la capital y la policía lo recogió con una grúa y se lo llevó a su depósito. Más o menos un mes después, me informaron que habían encontrado el auto y que estaba intacto.

Esta experiencia me demostró que puedo confiar en Dios bajo toda circunstancia, sabiendo que Él me mantiene en paz, y nada malo me puede ocurrir porque estoy siempre bajo Su cuidado.


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