Yo Pensaba que tenía que tomar bebidas alcohólicas para ser feliz. Comencé a tomar cuando era niña, pero en casa nadie lo sabía. Me llevaba las botellas de mi padre. El no sospechaba de mí, y acusaba a otros miembros de la familia. Después decidí comprar mis propias botellas y se transformó en un vicio.
Posteriormente me casé. Como mi esposo sabía que a mí me gustaba el alcohol, me lo compraba. Me tomaba en un día lo que él me había comprado para toda una semana. Después comencé a comprar botellas de whisky. Cuando la gente me decía que no bebiera, yo les contestaba: “Oren por mí”. Llegó un punto en que no me sentía bien si no tomaba.
Finalmente, comencé a leer la Biblia y Ciencia y Salud y otros libros de la Christian Science. Me gustaban pasajes como: “Cuando la ilusión de enfermedad o de pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea" (pág. 495).
Yo sabía que Dios hace maravillas, y empecé a pensar que algún día dejaría de beber. Hice un gran esfuerzo y un himno de la Christian Science me ayudó con estas palabras: "La voz de la Verdad mandó dejar lo terrenal./ La espada debes empuñar y con ardor luchar./ Procura resistir el mal, pues Dios cercano está./ Su voz habrás de obedecer y el miedo rechazar” (Himnario de la Christian Science, Himno N° 5).
El estudio de Ciencia y Salud me ayudó a comprender mi verdadera identidad como la hija amada de Dios, y que Dios no creó el mal.
Comencé a cambiar mi manera de pensar y a admitir que Dios sólo crea el bien. Perdí el temor a dejar el alcohol. “...Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). Un día estaba leyendo el libro Retrospección e Introspección, y leí lo siguiente: "Los tufos de la persecución, el tabaco y el alcohol, no son el olor fragante de la Verdad y el Amor" (pág. 65). Reflexioné sobre el significado de estas palabras, y de inmediato perdí todo deseo de beber. Nunca más volví a beber alcohol.
La promesa de Cristo Jesús: "conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:32), se cumplió en mi vida, por completo e irrevocablemente. Siento infinita gratitud a la Christian Science.
Luanda, Angola
