El estar permanentemente conscientes de la presencia del amor y del cuidado de Dios es una protección segura contra la violencia y el temor a ella. A medida que comprendemos los hechos eternos acerca de Dios y permitimos que la oración nos ayude a percibir Su proximidad y omnipotencia, podemos probar que ni la violencia ni los propósitos violentos tienen poder.
Los Salmos pueden ser una ayuda maravillosa para fortalecer nuestra confianza en la protección de Dios bajo toda circunstancia. El Salmo 139, por ejemplo, nos asegura que nadie puede jamás estar fuera de la presencia del bien. Uno de sus versículos dice, al referirse a Dios: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” Salmo 139:7. Mi esposo y yo tuvimos una experiencia que nos demostró claramente que jamás podemos “huir” de la presencia de Dios.
Volvíamos de la oficina a casa en auto cuando decidimos detenernos en un sanatorio a visitar a una señora que estaba enferma. En el camino, habíamos estado hablando de que el amor que tiene Dios por todos Sus hijos está siempre presente. Sabíamos que todos podíamos sentirnos protegidos, no sólo contra la posibilidad de resultar heridos, sino también de hacer daño alguno. Después de estacionar, bajé del auto y entré a ver a mi amiga, mientras mi esposo me esperaba en el auto. Según me contó después, muy pronto mi esposo comenzó a sentirse muy inquieto y sintió la urgente necesidad de orar insistiendo en la presencia y el amor de Dios. Continuó orando hasta que se sintió en paz.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!