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Artículo de portada

Para sanar la corrupción en el gobierno

Del número de junio de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Biblia cuenta acerca de un trabajador llamado Giezi que fue desleal a Eliseo, el profeta, su empleador. Éste había sanado de lepra a Naamán, un capitán del rey de Siria. El profeta no aceptó ningún pago por la curación, pero a sus espaldas, su sirviente Giezi, sí lo aceptó. Como resultado, Giezi se contagió de la terrible enfermedad. Véase 2 5:20–27.

Un dicho generalizado entre los africanos es que el virus de África es la corrupción. El diccionario New World de Webster define el término “virus” como cualquier cosa que corrompe o envenena la mente o el carácter; influencia diabólica o dañina. Es interesante notar que Giezi se contagió de esta enfermedad a consecuencia de la corrupción. La corrupción se manifiesta cuando actuamos en forma deshonesta, ya sea en nuestra vida particular o en cargos del gobierno.

Algunos gobiernos de los países en desarrollo han contraído enormes deudas para solventar gastos de proyectos extravagantes, tales como la compra de armamento para combatir a sus vecinos. Este tipo de armamento es adquirido en detrimento de inversiones no militares, destinadas a mejorar las condiciones de vida, e incluso en perjuicio de la compra de pan, tan necesario para alimentar a pueblos que sufren hambruna. Como resultado, la administración pública sufre acciones dañinas como son la estafa, la falta de pago de salarios a los empleados civiles por haberse agotado los recursos financieros del gobierno, el nepotismo y las rivalidades tribales.

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