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Artículo de portada

No le tema a la brujería

Escrito especialmente para el Heraldo

Del número de junio de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


LA PRÁCTICA de la brujería es muy común en algunas partes del mundo. A los brujos se les teme porque se cree que tienen poderes sobrenaturales contra los cuales no nos podemos defender. En algunas ciudades, cuando se tiene la menor sospecha de que alguien practica la brujería, si se trata de gente mayor, los jóvenes del vecindario los matan a pedradas o los queman vivos; y si son niños pequeños sus padres los abandonan. Cuando uno se ha criado en una sociedad donde todos creen en la brujería, es difícil aceptar que no tiene poder, y que no hay por qué temerla.

La brujería no tiene ninguna cualidad divina...

Mary Baker Eddy escribe lo siguiente en su libro Ciencia y Salud: “La oscuridad causa temor. El adulto, esclavizado por sus creencias, no comprende su ser verdadero mejor de lo que lo comprende el niño; y hay que sacar al adulto de sus tinieblas, antes que pueda librarse de los sufrimientos engañosos que abundan en el crepúsculo. El camino en la Ciencia divina es la única salida de esa condición”.Ciencia y Salud, pág. 371.

Como otros sistemas que no se basan en las leyes reales, la brujería se origina en un concepto equivocado sobre nuestra verdadera naturaleza. La verdad acerca de cada uno de nosotros se encuentra en la Biblia. Dios nos creó a Su imagen y semejanza, en la imagen del Espíritu. ¿Puede acaso el hijo de Dios ser presa de otros que lo pueden atrapar y destruir? Por supuesto que no. Nuestra naturaleza real es totalmente espiritual y buena, y todo mal que parece tener poder para controlarnos y hacernos daño, no es real. El hijo verdadero de Dios no intimida ni controla a los demás. El único poder que existe proviene de Dios, el bien infinito. No existe otro poder.

Creer que algunas personas tienen poderes especiales, o poderes animales, va en contra del hecho de que Dios le da a cada uno de Sus hijos, sin distinción, cualidades espirituales que nos bendicen a todos. Nadie es privado de esas cualidades, y nadie posee poderes sobrenaturales.

Puesto que la brujería no tiene ninguna cualidad divina, podemos probar que no tiene ningún poder. Hace un tiempo, se produjo un incidente en mi familia con la brujería. Una de mis primas fue acusada por tres niños de cuatro, siete y nueve años, de ser una bruja. Estos niños admitieron que ellos habían sido iniciados en la brujería, y que en sus “viajes nocturnos” la habían visto haciendo brujerías. Cuando le preguntaron sobre esto, mi prima se enojó mucho y amenazó de muerte a mi hermano mayor, quien había presidido la discusión.

Dos días después de este altercado, mi hermano se enfermó de una misteriosa enfermedad. Se le hinchó el ojo derecho, y respiraba con mucha dificultad. Parecía que se estaba muriendo. Me llamaron rápidamente para que fuera a su habitación, y comencé a orar por él. Mantuve en mi pensamiento la totalidad de Dios, el bien, y la imposibilidad de que se pudiera manifestar alguna otra cosa. Comprendí que Dios, el Amor infinito, es todopoderoso, y que, por lo tanto, no era posible que hubiera algún otro poder. Después de unos treinta minutos, comenzó a respirar normalmente y su ojo recuperó la apariencia normal.

¿Y qué podemos decir del que dice que es un “brujo”? Según el dicho el niño tiene el “don” de la brujería. La verdad es que no se trata de un don, sino de una imposición, una manipulación del pensamiento del otro, especialmente en el caso de los niños pequeños. De manera que el niño o el adulto que es “brujo” en realidad no es el culpable. Cuando separamos al individuo (que es y siempre será la imagen y semejanza de Dios), de las creencias falsas sobre el individuo, esa comprensión espiritual destruye la causa y el efecto de la brujería.

...es tan sólo una imposición que carece de poder

Cristo Jesús le dijo a sus discípulos: “...confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33. Nuestra identidad como hijos de Dios, es y sigue siendo pura, libre e indestructible. Es Dios Mismo el que la defiende. Realmente no hay razón para que tengamos miedo de la brujería.

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