Mi Vecino me hizo esta pregunta inocente cuando me mudé para Ngcanaseni, una localidad rural en Transkei, Sudáfrica. De niño, había escuchado a los blancos hacer esa misma pregunta racista refiriéndose a los africanos de color. Durante mi estadía en Ngcanaseni descubrí la respuesta.
Me habían contratado para poner en marcha un colegio inglés. El colegio comenzó en un aula hecha de bloques de barro, que había sido prestada por el director de la escuela preparatoria del lugar. Progresó rápidamente, y fue necesario hacerle varios cambios y reparaciones. El director de la escuela preparatoria los aprobó y mi escuela pagó los gastos.
Para mi sorpresa, en una carta dirigida al Departamento de Educación, el director me acusó de haber causado daños a la escuela. El sindicato de maestros y la organización cívica recibieron copias de la queja. Fui citado a una reunión con el director y un dirigente del sindicato de maestros. Yo tenía miedo porque era la única persona blanca en el lugar y porque alguien del campo de entrenamiento guerrillero que había cerca, había pintado en la parada de autobús más próxima: “Maten un blanco por día”. Además, había habido una manifestación de protesta en la escuela anteriormente. Más adelante el magistrado me dijo que la organización tenía la intención de cerrar la escuela.
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